La pirámide más antigua del mundo

Un poco de historia oficial

Cuicuilco es una zona arqueológica mesoamericana del periodo preclásico (700 a. C. a 150 d. C.) localizado en el extremo sur de lo que fue el lago de Texcoco, en el sur de la Ciudad de México, Distrito Federal. Según la anterior cronología, Cuicuilco podría ser una de las ciudades más antiguas del Valle de México, contemporánea, y con probables relaciones con la cultura Olmeca, en la costa del golfo de México, Veracruz y Tabasco, lo que se conoce como la zona nuclear Olmeca.
Hasta donde se sabe, fue el primer gran centro cívico religioso del Altiplano Mexicano, su población probablemente incluía todos los estratos sociales y rasgos culturales que caracterizarían a las altépetls (ciudades-Estado) de la Mesoamérica Clásica. Cuicuilco fue destruido y abandonado a partir de la erupción del volcán Xitle, ocasionando migraciones y reacomodos de la población en la cuenca de México, la culminación fue la consolidación de Teotihuacán como centro rector del periodo clásico en el Altiplano Central
Existen en el sitio 8 de los múltiples edificios religiosos y habitacionales que existieron, e incluso los restos del sistema hidráulico que abastecía a la ciudad. Una de las pirámides fue construida en una posición estratégica, representando el primer intento entre los pueblos prehispánicos por relacionar los conceptos religiosos con el acaecer cósmico a través de una creación monumental,



En cuanto a su etimología y de acuerdo con INAH, Zelia Nuttall opina que Cuicuilco significa: “Lugar donde se hacen cantos y danzas”.
Fue uno de los primeros y más importantes centros ceremoniales en el Valle de México. Cuenta con un basamento piramidal construido entre el 800-600 a. C., que es la principal estructura del lugar conocida.


Pirámide de Cuicuilco: 1. Escalinata occidental, 2. Altares, 3. Escalinata oriental, 4. Edificio anexo, 5. Construcción circular, 6. Túnel.

Cuicuilco fue originalmente fundado como un asentamiento agrícola, pero existe evidencia de prácticas religiosas tempranas, incluyendo ofrendas de piedra y el uso de cerámica como Ajuar funerario. La ciudad creció alrededor de un gran centro ceremonial con pirámides y el área urbana asociada, que incluía plazas y calles bordeando una serie de reservorios de agua pequeños y poco profundos. Estos eran alimentados por agua desde las colinas cercanas de Zacayuca y Zacaltepetl. La Población en el pico de la ciudad se estima en 20.000 personas. El sitio tiene terrazas, varios edificios, fortificaciones y canales de riego.
Aunque este sitio fue productor de una nueva tradición cerámica (hacia 600-200 a.C.), es normal considerar que el entorno de la zona fue configurado por las varias generaciones que habitaron el lugar.
La evidencia arqueológica, tanto cerámica como las estructuras arquitectónicas, indican que Cuicuilco se desarrolló como asentamiento desde el primer milenio antes de Cristo, durante el Preclásico, como un pequeño asentamiento, sus habitantes interactuaban con otros sitios tanto de la Cuenca de México como de regiones relativamente distantes, por ejemplo Chupícuaro al oeste y Monte Albán al sureste.
En cuanto a las características físicas de la cultura, tenían cabezas redondas afectadas por la deformación craneana tubular directa u oblicua, siendo la primera la más usual. Incluso se acostumbraba la mutilación dental. El promedio de vida era de 51 años, debido principalmente a la presencia de enfermedades como la osteomielitis.
La situación actual de Cuicuilco es difícil. Están en disputa por un lado la planificación moderna y los intereses económicos del lugar y, por el otro, la conservación y legislación del patrimonio arqueológico de México.
Cuicuilco está dividido en dos zonas. La primera es conocida como Cuicuilco A y es donde se ubica el centro ceremonial. La otra es el llamado Cuicuilco B y se encuentra al poniente de Cuicuilco A, en el centro deportivo Villa Olímpica.
Su importancia es reconocida por todos los historiadores y arqueólogos, y sin embargo ha sido poco estudiado, sobre todo si se le compara con otras zonas arqueológicas como Teotihuacán y Tula. El principal obstáculo de su estudio es que la zona está cubierta casi por completo con capa de lava de entre 9 y 10 metros de espesor, dificultando con esto los trabajos de investigación en el sitio. A esta dificultad se suma la urbanización de la zona con construcciones directamente encima del sitio arqueológico, como fue el edificio de la empresa Telmex y la Plaza Comercial Cuicuilco, en 1997.

El gran enigma

Hasta aquí la historia oficial, y según ésta las primeras pirámides construidas en América tienen una antigüedad de dos mil años, pero en Cuicuilco una formación de este tipo estuvo cubierta de lava arrojada por el volcán Xitle seis milenios antes según la datación de los geólogos. Algo no encaja en esta historia.
La forma piramidal es la más inmortal de las expresiones arquitectónicas que nos han legado las civilizaciones desaparecidas. Sin embargo, las pirámides no siempre fueron tal y como las conocemos. Este es el caso de la que se encuentra en Cuicuilco, en el valle de México, quizá la más antigua pirámide jamás erigida por los seres humanos.
Cuicuilco fue descubierta en el año 1920 por el arqueólogo Manuel Gami (1883-1960), al observar en la zona sur de la ciudad de México un pequeño montículo cubierto de tierra volcánica con unas formas demasiado definidas para ser de origen natural.


Lo hizo mientras paseaba sobre el gigantesco manto de lava que tendió sobre el valle en tiempos pasados el volcán Xitle, situado en el macizo de Ajusco. No se trataba de una gigantesca formación como las pirámides egipcias. Parecía, simplemente, una colina... una colina artificial.
A raíz del hallazgo, comenzaron las investigaciones. Dos años después, el explorador estadounidense Byron Cummins (1860-1954) de la Universidad de Arizona, inició la excavación arqueológica del yacimiento.
Retiró la capa de lava y bajo ella emergió una pirámide de planta circular, escalonada en cuatro niveles y edificada, al parecer, con piedras sin labrar sobre barro aplanado.
Efectivamente, se trataba de una pirámide. Y es que este tipo de manifestaciones evolucionó con el paso del tiempo, porque antaño fueron de base circular. Éste es el caso de Cuicuilco, que como todas las primeras pirámides, fue erigida por sus constructores sobre una elevación natural del terreno. Las mediciones efectuadas le otorgan 25 metros de altura y nada menos que 125 de diámetro, aunque la sensación que ofrece es más sobrecogedora que la proporcionada por los datos.



Al contrario de lo que ocurre con otras pirámides, el mayor misterio de la de Cuicuilco no es cómo se construyó, sino cuándo. En este caso, existe un elemento de vital importancia que puede tratarse de una referencia muy concreta. Como he dicho, la formación estaba cubierta por lava arrojada por el volcán Xitle. Esto quiere decir que Cuicuilco tuvo que haber sido construida antes de que se produjera la erupción del citado volcán, suceso que según los geólogos y como afirmé con anterioridad ocurrió hace entre 6.500 y 7.000 años. Entonces tenemos un gran problema. Bueno, digamos que lo tienen quienes están hartos de defender una cronología absurda y que se tambalea por donde quiera que se afronte.

El escándalo

El escándalo no tardó en explotar, en 1947, fecha del descubrimiento de la datación de objetos orgánicos mediante la prueba de carbono 14. Fue cuando los arqueólogos desautorizaron a los geólogos, y hasta casi tres décadas más tarde, pruebas de carbono-14 realizadas sobre elementos orgánicos encontrados en las proximidades, volvieron a situar la datación de la estructura en torno al siglo I a. C, como si después de su construcción no hubiese podido ser reutilizada nuevamente por otras culturas.
La arqueología insiste que las pruebas de carbono 14 hechas a la capa de lava de El Pedregal indicaron una antigüedad que se remontaba sólo al 400 a. C., pero sin mencionar que dicha lectura representa la edad de la capa superficial. El Dr. Cummings descubrió en el transcurso de sus excavaciones seis metros de ceniza y sedimentación entre el fondo de la capa de El Pedregal y el pavimento circundante de la pirámide, estimando que la formación de dichas capas habría tomado por lo menos 6.500 años.
De ordinario la historia del hombre debe ser reescrita, y éste es un buen ejemplo de ello, puesto que según la arqueología oficial las primeras pirámides americanas datan de hace unos dos mil años, cuando la de Cuicuilco tiene una antigüedad cuatro veces mayor. Incluso sería muy anterior a las egipcias, que según esos mismos estudiosos -tan rebatidos ellos por los hechos y tan tercos a la hora de negarlos-, están datados en poco más de cuatro mil años.
Todo esto quiere decir que la pirámide de base circular de Cuicuilco podría ser la más antigua de la historia de la humanidad, con lo que ello implica, puesto que hace ocho mil años, el ser humano atravesaba por el neolítico, y las posibilidades de edificar una formación de estas características no encaja con los conocimientos y técnicas que suponemos habían desarrollado aquellos hombres.
Quizá por ser anacrónica, la arqueología oficial ha ido, poco a poco, datando la pirámide en tiempos más recientes. Hoy, los academicistas consideran que tiene dos mil cien años de antigüedad. Sin embargo, siendo el manto de lava que la cubre cuatro veces más antiguo, no hay duda alguna de que su construcción debe ser datada en hace alrededor de ocho milenios. Lo anacrónico, por tanto, es el empecinamiento de los estudiosos más ortodoxos.
Añadiré algún dato más.
En 1924 se hallaron allí unas figurillas femeninas semejantes a las diosas de la fertilidad talladas por los hombres del paleolítico europeo en un tiempo superior a los diez mil años y extensible a veinte milenios atrás, incluso quizá más.


En nuestro continente, esas figurillas son consideradas mucho más antiguas que las pirámides. También se hallaron esculturas con una especie de casco y escafandra; además la de un enigmático ser con barba.


De la misma forma, circundando a esta pirámide mexicana, aparecieron varios menhires de un metro de altura. Estos monolitos, desconocidos en América, pero no en el Viejo Continente, también son propios del hombre prehistórico.
Tampoco termina de cuadrar la aparición de gran cantidad de enterramientos en disposición radial en torno a la pirámide, que recuerdan también en este caso a las tumbas europeas del paleolítico en las proximidades de los menhires.
Tales referencias nos confirman la antigüedad del monumento, y de paso, señalan que no debe dejarse de lado la probabilidad de que entre los antiguos habitantes de América y Europa existiera algún tipo de vínculo.
Estos hallazgos evidencian un nivel cultural muy avanzado para una civilización que ocupó esta metrópolis.
Además, podría plantearse un nuevo escenario para el advenimiento de las primeras culturas. A buen seguro que no tenemos todas las piezas para recomponer el puzle; si aparece en el futuro una nueva pirámide como la de Cuicuilco, cualquier suposición que ahora nos hagamos resultaría estéril.
Pese a ello, osaré hacerlo.
Aparentemente, las primeras pirámides aparecieron en Eurasia, sin embargo la de Cuicuilco es muy anterior a las encontradas en Egipto, España, Francia o Mesopotamia, si es que interpretamos los zigurat del valle del Éufrates como una forma de manifestación al estilo de las pirámides. ¿Qué quiere decir esto? Pues aunque parezca atrevido, significaría que en contra de lo aceptado, las primeras formaciones piramidales aparecieron en América. Yendo más lejos todavía, podríamos decir que sus constructores extendieron la costumbre por el resto del mundo. Una hipótesis fascinante que, sin embargo, no debe hacemos olvidar dos cosas: primero, que el hallazgo de las figurillas y de los monolitos junto a la pirámide mexicana podrían conducimos a la conclusión contraria a la expuesta y, segundo y casi más importante, el terrible destino de Cuicuilco. Quienes gobiernan sobre el futuro de los yacimientos arqueológicos en México, abandonaron los proyectos de investigación en este sítio arqueológico. Así, hoy por hoy, la más antigua de las pirámides es simple y llanamente, sin otra alegoría que la describa mejor, un auténtico vertedero.