Crónicas de hombres peces

La relación del hombre con el mar viene de tiempos ancestrales. Es así, como en innumerables pasajes de la historia de nuestra humanidad, se ha querido magnificar e idealizar esta relación sublime. Dependiendo de la época, de conceptos religiosos, de las trabas sociales y políticas muchos relatos han quedado escritos para la posterioridad, donde hombres simples han sido incorporados al mundo acuático adaptándose a un medio totalmente ajeno a las características propias de su evolución.
Han quedado en los archivos de los interrogantes para los más crédulos, mientras que para otros sólo son leyendas y mitos deformados con el paso del tiempo.
Pero el relato que presenta mayor número de detalles y que resulta de un singular interés por el carácter racionalista y desmitificador de quien escribe sobre él, es el del hombre-pez de Liérganes, que aparece reseñado por primera vez en el volumen VI del Teatro Crítico Universal (1726-1740) de fray Benito Jerónimo Feijoo.


La historia, tal y como la cuenta el ilustrado fraile, es más o menos como sigue:

En el lugar de Liérganes, cercano a la villa de Santander, vivía a mediados del siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer, al enviudar, mandó al segundo de ellos, Francisco, a Bilbao, para que aprendiese el oficio de carpintero. Allí vivía el joven Francisco cuando, la víspera del día de San Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado.
Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálida y cabello rojizo y ralo; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que descendía de la garganta hasta el estómago, otra que cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerlo hablar se vieron recompensados con una palabra: "Liérganes". El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en Cádiz, comentó que por sus tierras había un lugar que se llamaba así. Don Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que informaran de si allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes respondieron que allí no había ocurrido nada extraordinario fuera de la desaparición de Francisco de la Vega, hijo de la viuda María de Casar, mientras nadaba en el río de Bilbao; pero que esto había ocurrido cinco años atrás.
Esta respuesta excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien, deseoso de comprobar si el joven sacado de la mar y Francisco de la Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes. Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven a que se adelantara hasta allí. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.
El joven Francisco se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando pronunciaba las palabras "tabaco", "pan" y "vino", pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacía con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le creía loco hasta que un buen día, al cabo de nueve años, desapareció de nuevo en el mar sin que se supiera nunca más nada de él.

El "Pesce Cola" o "Peje Nicolao"

Frontispicio del Teatro crítico universal del padre Feijoo.

Hasta ahí el relato resumido, tal y como lo expone el padre Feijoo. En su obra, el fraile abunda en detalles y da los nombres de quienes le impulsaron a reseñar este suceso, ante el cual, en un principio, se mostró escéptico, y al que sólo dio crédito tras recabar información de personajes que merecían su confianza, como el marqués de Valbuena, de Santander, don Gaspar Melchor de la Riba Agüero, caballero de la orden de Santiago y natural de Gajano, pueblo cercano a Liérganes, y don Dionisio Rubalcava de Solares, que conoció y trató a Francisco de la Vega.


Resulta curioso ver cómo el proverbial rigor crítico que demostraba el padre Feijoo ante supersticiones comunes en aquel tiempo se desvanece ante el caso del hombre-pez de Liérganes y ante la creencia, en general, en los hombres marinos. Este típico erudito de la Ilustración esgrime un sinfín de argumentos para explicar la posibilidad de existencia de hombres anfibios o marinos. Y al caso de Francisco de la Vega añade otro más, del que ya habían dado cuenta en sus escritos Joviano Potano, Alejandro de Alejandro y Pedro Mexía: el caso de "pesce Cola" o "peje Nicolao".
Nicolao fue un siciliano, natural de Catania, que vivió hacia la segunda mitad del siglo XV. Este hombre, si bien no habitó en el mar durante largos períodos de tiempo, como nuestro hombre-pez de Liérganes, según parece era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y las islas. Aún en días de tormenta, cuando los marineros no se atrevían a salir a la mar, "pesce Cola" se zambullía en el agua y llegaba a su destino.
Nicolao era capaz de permanecer hasta una hora debajo del agua sin salir a respirar, lo que le permitía vivir con holgura de la pesca de ostras y coral. Se había dado el caso de que "pesce Cola" siguiese nadando a un barco hasta alta mar, lo abordase y después de comer en él, se brindase a llevar noticias de los marinos a sus familiares de tierra. Los prodigios acuáticos de Nicolao llegaron a su fin cuando el rey Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de su leyenda. El monarca, para ver hasta dónde llegaba la intrepidez y resistencia del siciliano, lo llevó hasta el famoso remolino de Caribdis, situado en el lugar más angosto del estrecho de Mesina, y arrojó al agua una copa de oro, diciéndole a Nicolao que si la recuperaba era suya. "Pesce Cola" se lanzó al agua y permaneció bajo ella tres cuartos de hora, hasta que finalmente salió con la copa en la mano. Interrogado por el rey sobre lo que había visto en tan temido lugar, Nicolao contó tremendas visiones de monstruos marinos, moradores de profundas cavernas. El rey, entusiasmado por el relato, quiso saber más detalles y le prometió igual recompensa si bajaba de nuevo. Nicolao se mostró remiso a cumplir los deseos del monarca, por lo que éste le estimuló con una bolsa de oro, además de otra copa que arrojó al agua. "Pesce Cola" consintió y se sumergió de nuevo para no aparecer mas.

Incredulidad de Gregorio Marañón

La existencia de los hombres marinos la explica Feijoo a base de la adaptación al medio Arguye que sí a una natural inclinación hacia el mar y una especial predisposición para la natación, se añade la práctica continuada, tanto del ejercicio natatorio como de la retención de la respiración, se podría llegar a resultados sorprendentes, como los que lograron estos singulares sujetos. Aceptada la posibilidad de existencia de estos individuos, cabe la posibilidad de que hombres y mujeres con estas habilidades tuviesen, por causas diversas, que buscar refugio en la solitaria vida marina. A partir de aquí, la existencia de una raza de hombres marinos, herederos de las facultades de unos padres adaptados al medio acuático, es del todo admisible.
Establecida la existencia de una raza de hombres marinos, Feijoo explica la existencia de tritones y nereidas, mitad hombre o mujer y mitad pez, mediante el apareamiento de los hombres marinos y los peces.
Ya en nuestro siglo, el doctor Gregorio Marañón volvió a interesarse por la leyenda del hombre pez de Liérganes, y en su libro "Las ideas biológicas del padre Feijoo" dedica un capítulo entero a la leyenda y a los argumentos presuntamente científicos que utilizó el ilustrado para justificar la existencia de los hombres marinos.
A partir de toda la serie de datos recogidos, Marañón formula la hipótesis de que Francisco de la Vega padeciese cretinismo, enfermedad caracterizada por una detención del desarrollo físico y mental y acompañado de deformaciones. Esta es la causa de que un buen día el joven Francisco, "idiota y casi mudo", abandonase su lugar habitual de residencia y vagase por tierra o quizá por mar, "pero no nadando", hasta que se le localizó de nuevo en Cádiz. La coincidencia de que desapareciese bañándose y que se le localizase de nuevo en el mar, junto con la incapacidad del muchacho para dar cualquier explicación, tejió la leyenda de los cincos años de vida marina.
La mudez, la tez blanca, el pelo rojizo, la piel escamosa -debido probablemente a la ictiosis-, la glotonería y el hecho de comerse las uñas, datos todos que aparecen en el relato del padre Feijoo, interpretados desde un punto de vista clínico, no son sino síntomas de cretinismo, enfermedad endémica propia de regiones montañosas, y entonces frecuente en la montaña santanderina.
La habilidad de Francisco de la Vega en la natación y su resistencia en las inmersiones, las explica Marañón a través de la insuficiencia tiroidea, con frecuencia ligada a las personas que padecen ictiosis. Se ha podido comprobar experimentalmente que, cuanto menor es la cantidad de tiroxina segregada, tanto menor es la necesidad de oxígeno, y por tanto mayor el tiempo de resistencia del organismo a situaciones en que falta este elemento.
De todos modos, después de leer la historia de Feijoo y la explicación del doctor Marañón, se nos plantea una duda: Francisco de la Vega, ¿era realmente un cretino? Lo cierto es que no se dice nada de eso antes de la desaparición del muchacho en el río de Bilbao, y tan sólo se alude a su silencio y locura después de su reaparición en Cádiz.
Aunque la interpretación del suceso que ofrece Marañón es razonable y parece dar una respuesta lógica (dentro de la lógica científico- experimental típica del siglo XX) al fenómeno del hombre-pez, nuestro doctor, muy prudentemente -como corresponde a todo buen espíritu científico- se muestra abierto a valorar cualquier otra posible explicación que se pueda dar a tenor de nuevos datos.

Los Mariños y H.P. Lovecraft 

La fantasía popular en torno a extraños seres marinos se ha desarrollado en todas las épocas y culturas.
Siguiendo en la línea de los sucesos extraordinarios y leyendas tejidas en tono a los hombres marinos no se puede dejar de mencionar la historia de los mariños o marinhos gallegos, narrada en el siglo XVI por el licenciado Luis de Molina en sus Descripción del Reino de Galicia y de las cosas notables (Mondoñedo, 1550) y por Antonio de Torquemada en el ya mencionado Jardín de flores curiosas.


Según cuenta el licenciado Molina, un hidalgo pescó en la isla de Lobeira a una sirena. Cuidó de ella hasta que le cayeron las escamas, y entonces la tomó por esposa. Los hijos que tuvieron fueron llamados mariños.
El relato que nos ofrece Torquemada es mucho menos romántico; cuenta que "andando una mujer ribera de la mar, entre una espesura de árboles, salió un hombre marino en tierra, y tomándola por la fuerza, tuvo sus ayuntamientos libidinosos con ella, de los cuales quedó preñada, y este hombre o pescado se volvió a la mar; y retornaba muchas veces al mismo lugar a buscar a esta mujer, pero sabiendo que le ponían trampas para capturarlo, desapareció. Cuando la mujer vino a parir, aunque la criatura era racional, no dejó de traer en si señales por lo que se supo era verdad lo que decía que con el Tritón lo había tenido."
Es curiosa la conexión entre esa leyenda de los mariños gallegos y uno de los relatos del escritor fantástico norteamericano Howard Phillips Lovecraft. En La Sombra sobre Innsmouth , sin duda una de las mejores narraciones cortas de este autor, Lovecraft nos presenta una raza de seres, "mitad peces mitad batracios" -a quienes llama profundos- capaces de reproducirse con seres humanos.


El relato nos cuenta la horrible experiencia de un hombre que va a parar a un extraño pueblo costero, Innsmouth, donde los profundos han logrado establecer contacto con sus habitantes y dejar descendencia. Estos descendientes humanos, si bien en un principio parecen por completo racionales, poco a poco van sufriendo una metamorfosis, hasta que, tras adquirir el monstruoso aspecto de sus progenitores acuáticos, se lanzan a vivir en el océano.
Es de suponer que Lovecraft se inspiró, para la creación de este relato, en alguna leyenda del folklore anglosajón, del que era un buen conocedor; es probable que utilizase ese substrato mítico ancestral, presente en lo más oscuro de nosotros mismos, como un elemento más para articular su peculiar narrativa de terror. Por otra parte, no hay que olvidar que el folklore anglosajón es una de las ramas de la cultura céltica, del que los gallegos -y sus mariños- son representantes de lo más genuino...
Otra versión de la leyenda que motivo a H.P. Lovecraft según otros estudiosos del tema, es que en el año 1928 en aquella localidad dominaba un clan conocido con el nombre de los Marsh, aunque los habitantes vivieran de la pesca, un fenómeno extraño estaba sucediendo en el lugar. Un habitante del pueblo narra lo sucedido al escrito cuando éste comprueba que la mayoría de los habitantes son como horrendos sapos humanos; este lugareño que no había sufrido la metamorfosis narra aporta los siguientes datos: Ahab Marsh es el culpable de todo lo que está sucediendo en este lugar, en el año 1826 se asoció con ellos y los trajo de una isla situada en medio del Pacífico, en un lugar donde no debería existir ninguna isla; éstos le dieron riquezas, incluso si alguien intentaba algo en contra de él, salían los demonios de detrás del arrecife del diablo y lo defendían; su biznieto se abría encargado de esta relación y habría sido el jefe de la Orden esotérica de Dagón. La desaparición de varios jóvenes fue atribuida a esta misteriosa isla. La leyenda continua mencionando que las autoridades tuvieron que tomar carta en el asunto, y destruyeron el pueblo y a sus habitantes. Se destruyó el templo dedicado al culto de Dagón, pero el jefe del clan huyó hacia el arrecife del diablo, lo que motivo una acción militar de lanzar cargas de profundidad para destruir esta hipotética ciudad submarina de los hombres-peces. Este hecho tuvo lugar en Innsmouth en el año 1928(*)
Sea como sea, hay que reconocer que la solidez y la verosimilitud de las leyendas acerca de los hombres-pez sobrepasan en mucho las de otros fenómenos más o menos legendarios, por muy universales que éstos sean. Quizá la antiquísima atracción que el hombre experimenta hacia el mar se deba, después de todo, a unas capacidades o a unas inclinaciones que todos poseemos inconscientemente, y que algunos privilegiados han logrado desarrollar.


Otra alusión curiosa al mundo marino y su relación con los humanos

Adentrándonos más en el mundo de estas conexiones entre hombre y peces, no podemos dejar de mencionar varios episodios que podríamos denominar al borde de la fantasía más absoluta, pero que de alguna forma alguna vez fueron defendidas como datos a tomar en cuenta.
A principios de los años 80 en la ciudad de Barcelona, un joven de nombre Manuel Gómez Márquez y autor en aquellos años de dos libros denominados como de “interpretaciones bíblicas modernas” llamó la atención de los medios especializados, pues dijo tener una pierna de un hombre pez. La explicación que dio fue que un camarero amigo se la había entregado y que la muestra había sido encontrada entre el pescado congelado que llegó a la cocina del bar donde trabajaba su amigo, proveniente de un barco factoría que faenaba en el Océano Pacífico.


La muestra estaba conservada en un frasco con formol y pudimos contemplarla sin problemas.
En mi conversación con el dueño de tan curiosa muestra deduje que estaba totalmente convencido que poseía algo realmente especial. En aquellos años se comentaba mucho el tema de los hombres-peces, pues se recordaba que en los años 60 se había encontrado un espécimen muy extraño en una playa de México. Hubo grande defensores de estos seres, pese a que se descubrió que eran una clase de raya marina confeccionada y trabajada para engañar a los turistas. El tiempo borró estos episodios como muchos otros que han ocurrido y hemos tenido la oportunidad de contemplar.



Nos quedan en nuestros recuerdos muchos más seres semimarinos y humanos. La lista es larga a través de la historia de la humanidad… el Garadiábolo en Puerto Rico, sirena en las albuferas de un pueblo en Mallorca, España, etc., todo nos indican que los mares que nos rodean son inmensos y enigmáticos, muchas veces sólo superados por nuestra propia imaginación.

Continuando nuestra ruta por los innumerables relatos existentes sobre la relación hombres-peces tratados en conjunto, no podemos dejar de expresar que caminamos al borde del precipicio de lo irracional absoluto, pero como nuestro criterio es amplio y no tenemos prejuicios de ningún tipo, quedan aquí para el conocimiento de muchos y el asombro de otros tantos, y que cada uno reciba lo escrito como un dato más a tener en cuenta en esta ruta de los enigmas, mitos y leyendas incluidas.


El niño que salió del mar

Los hechos que a continuación relatamos ocurrieron en el sector de la Playa de Media Luna (Isla de Vieques -Puerto Rico) y sus protagonistas fueron el Sr. Aníbal Pérez de la isla de Vieques y un sobrino. Estos acostumbraban a ir de paseo a esta playa conjuntamente con su abuela, y el día de los sucesos nadaban bajo un sol abrazador y en aguas calmadas. Fue en ese momento cuando un niño se les acercó. El niño tendría unos 12 a 13 años, y emergió del mar, no les cabe duda a la pareja de Aníbal y sobrino.
La primera actitud del niño fue como de querer jugar y de alguna forma tener amistad. El sobrino pregunto
¿Y éste que hace detrás de nosotros? ¿Tú le conoces? preguntó a su tío. El tío le preguntó al chico quien era, pero sólo aprecio unos sonidos agudos parecidos a los que emiten los delfines.
El niño se sumergía con gran facilidad en el agua y emergía nuevamente del mar acercándose a ellos. En sus manos les mostraba algo semejante a la arena lo cual en pequeñas porciones se lo llevaba a la boca, ofreciendo a la vez a la pareja del tío Anibal y su sobrino que seguían jugueteando en el agua.
El sobrino de Anibal comenzó a tirarle agua lo cual tuvo igual respuesta por parte de este niño, quien nuevamente se sumergió y al cabo de un instante corto emergió con algas de sargazo, indicando en todo momento sus intenciones de entablar amistad con ellos.
Aníbal expresa: Eran algas marinas, de las que están en lo profundo pero ya cerca de la orilla. Mi sobrino y yo ya estábamos bastante extrañados porque ¿Cómo come arena y sargazo?
Sus intenciones al parecer era comunicarse pues Aníbal agrega : El no hablaba, lo que hacía era como unos chillidos. Ya iba como una hora de que apareciese el nene aquél e insistiese en estar con nosotros. Era muy raro. Estábamos solos con él. La abuela de mi sobrino estaba afuera, en la orilla. Después le contamos lo que había pasado, de la presencia de ese niño… o lo que fuese”
Aquí el cronista y fuente de este trabajo pregunta a Aníbal: ¿Por qué dice lo que fuese? ¿Ocurrió algo que les indicase que no era un niño normal?
Aníbal responde: “Mi sobrino y yo seguimos extrañados. Mi sobrino empezó a hacerle preguntas y el nene no hablaba, lo que hacía era unos chillidos y ruidos. Salimos del agua y se lo informamos a la abuela, pero ella, a lo mejor porque éramos niños, no dio importancia a lo que le dijimos. El nene seguía haciendo aquellos ruidos, y cuando nos metimos otra vez al gua y nos acercamos a él empezó a aplaudir”
“Empezamos a hacerle más preguntas y él solo nos miraba, como concentrándose, inclinando su cabeza. Al rato comenzó a repetir, en español, pero con una voz chillona, las cosas que mi sobrino y yo decíamos. Ahí si lo entendimos. Repetía todo lo que decíamos. De hecho, mi sobrino se molestó. El es un poco agresivo, y como pensó que aquel nene se estaba burlando de nosotros, empezó a decirles palabras obscenas y el nene se las repetía. Y siguió repitiendo y repitiendo todo lo que decía”

“Sus pies eran normales… no tenía escamas, nada. Eran como los pies de un nene normal. Sus manos eran normales también. Tenía sus cinco dedos. Las manos se las pude ver bien porque siempre estaba moviéndolas, gesticulando y cuando aplaudió”
El sobrino de Aníbal le dijo : ¿De dónde vienes? ¿De qué país vienes? El niño se quedo mirándonos un momento, como pensando en lo que iba a decir, entonces dijo: Mar… Fondo… País, señalando hacia el mar profundo. Ahí nos impresionamos… porque lo que dijo nos sorprendió. Éramos jovencitos, pero nos dábamos cuenta de lo que nos quería decir con aquellas palabras, expresan los testigos.


Aníbal y su sobrino relatan que en un momento el niño se apartó un poco de ellos y les dijo en perfecto español, pero siempre de un tono agudo y chillón: Adiós…humanos… Estos se quedaron largo rato mirando el mar y nunca más lo vieron aparecer.
Según Aníbal recuerda, era la figura de un niño. Media unos 4 pies con 3 pulgadas de alto (1 metro con 30 cms. aprox.) porque estaba a la par bastante a la par con la estatura de mi sobrino, que era esa. Era delgado y tenía piel blanca. El pelo era de un tono castaño, marrón oscuro, bastante larguito, le llegaba hasta mediados del cuello y era levemente ondulado. Sus ojos eran marrones oscuros, y como los de una persona normal. Su nariz, todo era normal. Su boca se veía normal con labios finos. Tenía dientes como nosotros. Cuando estaba comiendo sargazo le pudimos ver una dentadura perfecta y también comenzó a repetir lo que decíamos, que nos reímos, y él se reía también. Sus orejas se veían normales, porque le miré hasta las orejas para ver si había algo extraño pero no, el cuerpo se le veía normal. No tenía camisa, el pecho lo tenía desnudo, normal. Solo tenía un pantalón corto de color claro… con una tela que se veía normal.
Aun con todo lo raro que se comportaba yo pensaba que era un niño, hasta que le hicimos las preguntas y nos dijo aquello de “Mar…Fondo…País” Para mí que nos estaba diciendo que venía del fondo del mar, y después que nos dijo ¡Adios… humanos” caímos en cuenta de que aquello no era normal.
Hasta aquí la esencia del relato de este extraño relato ¿Disparatado, exagerado, irracional? Sabemos que el amigo lector tendrá muchos calificativos parecidos en su mente, pero lo expuesto esta sacado casi integro textual del trabajo escrito del autor Jorge Martín titulado: Vieques Polígono del 3er. Tipo, un libro muy controvertido donde el autor expone en forma furibunda la presencia de extraterrestres en una de las islas principales de Puerto Rico, nos referimos Vieques,, lugar donde se atribuye a las bases militares estadounidenses experimentos secretos y extraños sucesos, todos ellos referidos con el mar y su entorno. Desde los años 40 los EE.UU., por medio de la Ley Pública Nº. 13 y 247 de los EE.UU. le permitió la expropiación de más de dos terceras partes de los terrenos de esta pequeña isla. Desde ese momento en esta isla se concentran testimonios de todo tipo relacionados con muertes misteriosas de personas, apariciones de seres incalificables en los bosque de El Yunque, amenazas de extraños funcionarios de Gobierno a personas que han sido testigos de experiencias Ovnis, etc. O sea dentro de este panorama es donde hemos rescatado esta experiencia de Aníbal Pérez y su sobrino con este niño extraño que según los testimonios comía arena y algas de sargazo y emitía ruidos chillones antes de pronunciar palabras coherentes. ¿Quién era este niño tan extraño?
Pero no nos podemos detener en Puerto Rico, pues estas experiencias con hombres o niños peces siempre han ocupado lugar en las mentes de las personas, sobre todo si nos fijamos en pequeños recortes de prensa o tenemos la suerte de poder registrar testimonios directos de quienes lo han vivido, como es el caso del investigador Virgilio Sánchez-Ocejo, quien hasta el día de hoy está sorprendido cuando recopiló de boca de uno de los mismos protagonista una experiencia ocurrida en el Norte de Chile, cuando se encontraba en terreno investigando la muerte de animales atribuidas al chupacabras (IEA) en aquellos años.

Un hombre de aspecto simiesco sale del mar

Fecha: Junio 18 del 2000. Hora: medianoche. Tocopilla, Chile

Un grupo de seis jóvenes se encontraban compartiendo alrededor de una fogata en la arena de la playa, cuando del mar salió "un enorme mono". Todos quedaron pasmados, la criatura se acercó a uno de ellos haciendo varios sonidos guturales, como queriendo comunicarse con él. Al mismo instante le puso su mano derecha en el hombro izquierdo del joven, dejando una marca verde en su suéter, que ellos describieron de igual color que las algas marinas.
El Bigfoot se alejó entrando de nuevo en el mar y perdiéndose en la oscuridad. Los jóvenes, que prefieren el anonimato, lo describieron como de 8 pies de alto, (más de 2 mts.) con un largo pelo oscuro que parecía un abrigo, las manos le llegaban a las rodillas, ojos grandes y redondos, nariz y boca un poco prolongada en forma de hocico.

La entrevista está grabada en Video.

Lo expuesto más arriba fue confirmado más de una vez por nuestro amigo Virgilio Sánchez-Ocejo, investigador radicado en Miami (EE.UU.) de una línea seria y responsable de lo que expresa, y queda aquí para su registro. Los testigos no han permitido divulgar sus datos .

Otro ser similar saliendo del mar

Miami Beach, Government Cut. Duración : 4-5 minutos.
Fecha: verano de 1967, Hora: 3 de la madrugada.

Anthony Martín se encontraba pescando a la entrada del Puerto de Miami, cuando vio un remolino en el agua. Pensó que se trataba de un buceador submarino, pero cual fue su asombro cuando salió del océano un corpulento animal, que calculó tendría unos 8 pies de altura (2 mts aprox.) y pesaría unas 400 libras.
"La cabeza; cara, ojos y orejas, como un mono. El cuerpo lo tenía cubierto con un pelo muy negro, los brazos le llegaban más abajo de las rodillas, las manos y los pies muy grandes." Un bombillo en una pequeña casa alumbraba el lugar. "Cuando salió del agua caminó arrastrando el pié izquierdo haciendo un círculo alrededor mío. Había una pequeña cerca, de unos 3 pies de alto, y no le costó ningún trabajo pasarla. El animal se paró, a unos 10 pies, frente a mí y emitió un sonido gutural. En esos momentos lo iluminó las luces de un patrullero de la policía y continuó haciendo el círculo alrededor de mí hasta llegar a la orilla, saltando al agua y desapareciendo en el mar. Los dos policías, pistolas en mano, se me acercaron y me dijeron que ya sabían del animal. Me fui para mi casa y ahí terminó mi deporte favorito, la pesca", nos dijo.
En la actualidad el Sr. Anthony Martín esta retirado y vive en Las Vegas, Nevada.
La entrevista la grabamos en Video, en el lugar de los hechos, en 1991. (Virgilio Sánchez-Ocejo)

Adentrándonos en el túnel del tiempo 

Una vez recobrado de nuestro asombro no podemos dejar de mencionar que libros, documentos y extraños manuscritos nos hablan de la existencia en forma “normal” de estos seres semianimales y humanos. Dejando aparte las supersticiones de épocas pasadas, las creencias y las manifestaciones demoníacas que muchas veces se le atribuía a estas apariciones no dejan de sorprender que hayan permanecido estas leyendas hasta nuestros días, remozadas o desfiguradas, y en otras oportunidades ampliadas y salpicadas de nuestra tecnología actual. Veamos:
No podemos dejar pasar la obra “El Ente Dilucidado” de Fray Antonio de Fuenlapeña editada por el año 1676 y que presenta su trabajo como un “Tratado de Monstruos y fantasmas”. Un libro que es una verdadera exquisitez para bibliófilos de lo extraño y que trataremos de ofrecer algunas pinceladas tratando de traducir de un español antiguo y muy local a un español actual, desmejorado pero más entendible en ciertos detalles de la obra misma.
Fray Fuentelapeña nos dice sobre los tritones, un espécimen mitad hombre y mitad pez que ocupo la mente de mucha gente en los siglos XV, XVI, y XVII
Son monstruos marinos en forma humana que está poblado el Océano de los cuales han sido visto muchos. Tanto en tiempos pasados como en el nuestro (1676) En Portugal se vio un hombre marino o tritón que salía del mar, tocando con la boca una concha. Otro se vio en el Océano Gaditano (que está saliendo del Estrecho de Gibraltar) con perfecta semejanza al hombre en todo su cuerpo como lo describen muchos….En la Ribera de Roma, el año 1523 se vio un hombre medio pez, con las demás señas que suelen describirse a los tritones, y los que han ido a las Indias los han encontrado varias veces en nuestros tiempos…
Esta actitud de aceptación a los tritones estaba totalmente asumida en aquellos años y es así como Fray Fuentelapeña no duda en mencionar en otro párrafo de su obra que en los Archivos de Portugal donde se encuentran descritos muchos pleitos entre el Rey y el Gran Maestre de Santiago, discutían “a quien pertenecía el tributo a cobrar de los tritones y sirenas de mar” y la sentencia fue que el tributo de las sirenas tocaban al Rey y la de los tritones al Gran Maestre de Santiago.
En su obra que consta de más de 1836 puntos descriptivos de temas relacionados con puntualizaciones como la anterior expuestas, no deja fuera a las sirenas ni las nereidas y las sitúa en Trapobana en Portugal y Francia donde menciona se ven con frecuencia. También expresa que en el Legado escrito por el Emperador Augusto menciona que se habían hallado en la ribera del mar muchas nereidas muertas. Por otra parte, Teodoro Gaba, viajando por el Peloponeso vio a una sirena arrojada al mar que tenía el rostro muy hermoso.
Siguiendo esta ruta de Fray Fuentelapeña menciona que en Trifia se halló cerca del año 1600 un monstruo marino, la mitad doncella (joven) y la mitad pez, la cual vivió varios años y aprendió a hilar como la mencionan también otros autores como, Cardano, Belonio, Cornelio y Nieremberg. Agrega en su recopilación a otra mujer marina que fue encontrada en el Lago de Olanda, al parecer fue arrojada por el mar en ese lugar, esta historia la señala en el año 1403 e indica que esta extraña mujer fue capturada y trasladada a la Ciudad de Harlem. Estaba desnuda, y debieron vestirla, comía pan, leche y otros manjares que le daban, aprendió también a hilar y otros oficios de mujeres. Le enseñaron a arrodillarse delante un Crucifico con muestras de veneración. Era dócil cuando la mandaba su ama. Vivió muchos años pero nunca aprendió hablar, como lo ratifica Mayolo un cronista de la época.
Aunque el itinerario es amplísimo y de difícil traducción adivinamos ya que ciertas historias provienen de muchos años atrás del siglo XV y luego con el tiempo fueron deformándose como ocurre con los rumores que se trasmiten oralmente.
Muchas de estas historias nos suenan familiares como es la del Peje Nicolao, quizás la más conocida, que hace alusión el historiador Plinio quien narra la aparición en la zona del océano gaditano de un "hombre marino" cuyo cuerpo era enteramente humano. Plinio lo oyó comentar a unos caballeros romanos que fueron testigos oculares del suceso. El Pesce Colao vivió – dicen - entre el año 1166 y 1189 en los mares del sur de Italia., se le conocía por que era era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y las islas. El rey Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de sus hazañas y se lo llevó hasta el famoso remolino de Caribdis, en el estrecho de Mesina, y arrojó al agua una copa de oro, diciéndole a Nicolao que si la recuperaba era suya. "Pesce Cola" se lanzó al agua y salió con la copa en la mano, contando tremendas visiones de monstruos marinos. No vamos a ampliar esta información de este extraño personaje pues en nuestra primera parte de estas crónicas ya lo mencionamos, eso sí hacemos alusión a otras crónicas efectuadas por diferentes fuentes.


Otro caso es referido por M. Larrei en su Historia de Inglaterra en la que cuenta que fue pescado un hombre marino en el año 1187 y más tarde presentado al Gobernador de Oxford. El Gobernador lo mantuvo en su casa durante seis meses. Posiblemente realizando tareas como esclavo o sirviendo como elemento de análisis o experimentos
Pedro Mexía, en su Silva de Varia Lección, Juan de Mandevilla en el “Libro de las maravillas del mundo”, aparecido por primera vez en Valencia en 1515, y Antonio de Torquemada en su “Jardín de flores curiosas”, publicado en Salamanca en el año 1570, son los españoles anteriores al siglo XVIII que se hacen eco de las curiosas noticias de estos extraños personajes acuáticos.
Olanus Magnus, Olao Magno, Olaf Mansson, obispo de Upsala, vivió entre 1490-1555, también menciona a los hombres peces en su obra "Historia de la gente y de la Naturaleza de las cosas Septentrionales". Este obispo también era historiador y cartógrafo importante en su época.
Siguiendo esta ruta que nos hemos encomendado, Guillaume Rondelet "Libri de Piscibus marini in quibus verae Piscium effigies expressae sunt" (1554) y "Universae aquatilium Historiae pars altera cum vivis ipsorum Imaginibus" (1555) quien esta considera uno de los primeros precursores del estudio de los peces, lo que luego se llamaría Ictiología, no duda en hacer una especie acoples entre lo humano y lo animal, y sin ningún reparo habla de algunos peces capturados vestido de obispo , también describió seres fantásticos como el antias (el mero), el monstruo leonino ("tenía la figura y la talla de un león, con cuatro patas no imperfectas, sin membranas entre los dedos como el castor o el pato de río, sino que tenía las patas perfectas, divididas en dedos provistos de uñas, la cola larga, adornada por pelos en su extremo, las orejas grandes y el cuerpo todo cubierto de escamas. Ver dibujo de sus descripciones.


Son innumerables los autores, historiadores, personajes de la curia, y reyes que dejan estas menciones de la relación hombre y pez. Por nombrar a algunos más de ellos Juan Botero Benes, Sebastián de Cornellas, Juan Eusebio Nieremberg hacen mención de diferentes formas, añadiendo o quitando detalles sobre el Peje Nicolao y su experiencia en tierra firme con los humanos, historia que parece haber tenido la más fluida promoción en aquellos años, algo similar de lo que ha ocurrido en el siglo XX con el ya explicado caso del hombre pez de Liérganes en España. Ambas historias pareces entroncadas en una historia común sólo cambiado el origen y la zona de la leyenda, lógico con atribuciones del entorno distintas, pero es indudable que tienen algo en común como algunas otras que en estas crónicas sería muy largo de mencionar.
Hemos descrito una ínfima parte de una galería de relatos mezclados con creencias, postulados científicos de la época, y también la fuerza arrolladora de una Iglesia y su curia que eran los que generalmente dejaban estas experiencias escritas en los estrados reales, pero si pensamos que estos relatos son “paparruchadas de nuestros ancestros” y hemos leído al principio algunos testimonios recientes aportados por el investigador Virgilio Sánchez-Ocejo, no podemos dejar de mencionar uno con ciertos elementos similares a los ya mencionados en Tocopilla y en Miami en años recientes, nos referimos al que exponemos a continuación, trabajo recopilado por el investigador Raúl Núñez en España de boca de su propio protagonista y que está incluido en su libro “Explorando El Laberinto”

La experiencia de Salvador Martínes C., Antropólogo

El día 18 de Agosto de 1984, Salvador se encontraba en las Playas de Trincomalee (Sry Lanka), como en tantas otras oportunidades, convivía con los oriundos de esas tierras para conocer más a fondo sus costumbres. Aquella mañana al quedarse sin provisiones se vio en la necesidad de subir al pueblo más cercano de compras. Quizás el camino más corto era bordeando la carretera usada por todos, pero Salvador prefirió irse por la playa, que siendo el camino más largo era más entretenido y podía tomar el frescor de la brisa marina de la mañana. El día era claro y soleado. Sus ojos miraban al mar y también se fijaban en una silueta humana que se divisaba en la playa a unos cuantos cientos de metros de él. A medidas que se fue acercando confirmaba que era una persona que se movía con cierta dificultad a orillas de la playa. Cuando sus pasos lo llevaron a unos pocos metros de esta persona advirtió que su cuerpo estaba totalmente lleno de pelos largos, sus ojos apenas se veían, y algunos lugares de su cuerpo asemejaban a costras o escamas. Salvador le saludo en inglés, incluso comentó una frase sobre el tiempo recibiendo por respuesta unas frases o sonidos difíciles de definir.
Salvador un antropólogo español acostumbrado a viajar y a encontrarse con personajes de todo tipo, notó extrañísimo a este hombre peludo. El único lugar de donde podría haber salido era del mar en aquella inmensa playa inhóspita, más aún cuando mostraba su cuerpo semidesnudo, y tenía dificultades para caminar, - según escribió Salvador - quien dejo escrito en su diario de viaje la siguiente frase:

EL HOMBRE LOBO EXISTE LO VI EL DÍA 18 DE AGOSTO EN LA PLAYA DE TRINCOMALEE - HORRIBLE

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Xacios en Galicia 

Ramón Castro, cura párroco de Vilar de Ortelle, en las tierras altas de Pantón, en su obra “Reseña histórico descriptiva de la parroquia de Vilar de Ortelle y su comarca”, un pequeño compendio de cultura inmaterial, editado en 1929, incorpora y deja registrada la creencia popular de unos genios fluviales denominados Xacios los cuales tendrían su cuna en La Ribeira Sacra, el río Miño y a su paso por los municipios lucenses de Chantada, Pantón y O Saviñao, Los Xacios serían de aspecto anfibio que podrían vivir en los afluentes de los ríos y también en tierra firma. En el siglo XIX aún perduraba la idea de posibles uniones entre estos seres anfibios fluviales y humanos entre la población existente cerca del Miño en Pantón, Chantada y O Saviñao.
El autor Ramón Castro recoge una de esas leyendas, en la que un mozo de Ortelle que pescaba en el Miño se encontró a una hermosa Xacia al pie del castro de Marce. La mujer le pidió que si la llevaba a bautizar podría casarse con ella y así lo hicieron.
Pero los hijos habidos del matrimonio mostraban un desmedido gusto por el agua y siempre estaban bañándose en el Miño o en cualquier arroyo que encontraban a su paso. El padre, harto de esa situación, lo rechazó. Discutió también con su mujer y la infelicidad reinó en aquel hogar. La Xacia, desencantada de su vida con el humano, regresó a los pozos del Miño, pero sus congéneres la mataron y despedazaron por haberse bautizado. El joven, arrepentido de su actitud, fue a buscar a su mujer pez, pero ya solo halló sus restos flotando en el agua del Miño.

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Más extenso y casi interminable serían las conexión de criaturas acuáticas con los humanos, una relación que en tiempos pasados lleno de pleno la mentalidad de pueblos enteros y que han perdurado en muchos lugares aislados de nuestro planeta. En tiempos modernos algunas resurgen disfrazadas y camufladas de elementos tecnológicos, pero que siempre nos recuerdan que no tenemos claro nuestros orígenes, y en un planeta donde un gran porcentaje es agua no podíamos omitir esta idea que de alguna manera estemos conectados con una raza proveniente de las profundidades de este líquido imprescindible para nuestras vidas .
Queda muchos más personajes en esta galería, desde las hermosas Xanes asturianas que viven dicen generalmente en cuevas donde hay cataratas y pozos cristalinos donde peinan su larga cabellera mirándose en las aguas, hasta la misteriosa Laguna Negra en Soria donde las crónicas dicen que habitan seres monstruosos que se alimentan de lo que entra en sus aguas, y que recogió a principios de siglo el ilustre Pío Baroja (1901) y que nos permitimos exponerlo aquí dada su espontaneidad en describir el enigma popular de aquellos años en este lugar:

“Hasta la Laguna Negra, bajo las fuentes del Duero, llevan el muerto, dejando detrás un rastro sangriento; y en la laguna sin fondo, que guarda bien los secretos, con una piedra amarrada a los pies, tumba le dieron"

Machado

La Laguna Negra

En la cima de ese monte, en una extensa garganta, cubierta durante al año por una triste mortaja, que van dejando las nieves y las grandes avalanchas, en medio de la blancura 
y al fondo de la hondonada, como una gota de tinta, un círculo se destaca. Ese círculo negruzco, esa mota o esa mancha, es la laguna que el pueblo laguna negra la llama, y piensa que en las tormentas más espesas exhala, y que hasta ruge y se encresapa y como un demonio brama.

Se cree que ese abismo negro, a pesar de su gran calma, tiene habitantes monstruosos en sus misteriosas aguas que devoran cuanto cae: Las personas y las vacas, los corderos y caballos, las ovejas y las cabras, y dejan sólo los bofes, que en el agua sobrenadan, como materia indigesta que tiene poca sustancia. 



Estas pobres fantasías, estas diversas patrañas hay quien quiere combatirlas como mentiras livianas y los buenos pedagogos, para evidenciar la farsa, se meten en la laguna, se chapuzan y se bañan. Mas a pesar que demuestran que no le ocurre nada, 
con una pureza que tiene casi una fuerza axiomática, no llegan a convencer a la malicia serrana. 

Pío Baroja – 1901


No podemos concluir sin hacer mención a la cultura de los dogones, pueblo africano que ha dejado sorprendido a todos en las últimas décadas al tener incluida en sus leyendas hombres-peces llegados del espacio exterior, quienes le habrían dado un conocimiento muy avanzado del origen de estas visitas del pasado. Exponemos un texto explicativo integro por su sencillez y claridad de entender.

Los Dogones, Sirio y los dioses peces 

Los Dogones habitan en la republica de Malí, -país africano situado en la frontera del Sahara. Según una tradición oral, llegaron a Mali hace unos 600 años y construyeron las casas en los acantilados para protegerse de los ataques de las tribus que ya habitaban la región. Las zonas prácticamente incultivables alzan un sector rocoso donde llegan a vivir cerca de 450.000 dogones.
En los años 30, unos antropólogos franceses llamados, Marcel Griaule y Germaine Dieterlen, investigaron sobre la mitología, la sociología y la religión de los Dogones y se encontraron unas respuestas muy extrañas.

Sirio según la historia de los dogones y “hombres peces” supuestamente sumerios


Después de años de estudio publicaron en 1950, en el ‘Journal de la Société des Africanistes', un artículo en el cual sostenían que los mitos dogones de la creación del mundo giraban alrededor de Sirio y de su estrella compañera. No desvelaban cómo podía haber llegado una cultura precientífica, sin telescopio, a conocer esa estrella y su diminuta compañera. ¿Cómo sabían los dogones que Sirio tiene una pareja?
En 1862 el constructor de lentes para telescopios Alvan Graham Clark enfocó a Sirio con su telescopio, la estrella más brillante del firmamento y entonces, para su asombro, descubrió que muy cerca de ésta se encontraba una segunda estrella, mucho más pequeña que Sirio y desconocida hasta entonces a la que bautizó como Sirio B.
Tras el hallazgo, los astrónomos se apresuraron a estudiar a fondo la nueva estrella, y determinaron que se trataba de una enana blanca situada a 8'7 años luz de la tierra y que por su tamaño resultaba totalmente invisible al ojo humano incluso en la noche más despejada. El descubrimiento de esta estrella que no pudo ser fotografiada hasta 1970 revolucionó el mundo de la astronomía ya que demostraba que la mítica estrella Sirio formaba parte de un sistema binario.
Sin embargo todo esto ya lo sabían miles de años antes los habitantes de un pequeño pueblo de Mali, los Dogones. Esto reabrió el debate con pruebas sobre contactos con extraterrestres en la Antigüedad. Dicen que fueron instruidos por unos visitantes extraterrestres, que bajaron del cielo.
Griaule y Dieterlen explicaban que los dogones celebran la ceremonia Sigui, «cuyo propósito es la renovación del mundo». A partir de sus hallazgos, Robert K.G. Temple propuso en 1976, en ‘El misterio de Sirio', que hombres-peces procedentes de ese sistema estelar no sólo habían trasmitido a los dogones sus conocimientos astronómicos, sino que además habían fundado su civilización. Para el escritor estadounidense, los visitantes «se parecerían un poco a las sirenas y los tritones, y podrían asemejarse, de alguna manera, a nuestros inteligentes amigos los delfines».
Sentados bajo una noche estrellada y alrededor de un fuego, los dogones cuentan cómo fueron instruidos por unos visitantes extraterrestres, que bajaron del cielo en el desierto del Sahara. Así conocieron de la existencia de Sirio como Sigu Tolo y su diminuta gemela, y por eso sabían que los “dioses”= extraterrestres venían de esa estrella. Años después, la ciencia, con el mejor telescopio del momento, descubrió Sirio B. Y todavía nos quedaría casi un siglo para descubrir que tardaba 50'04 años en dar una vuelta a Sirio. Los dogones, miles de años antes y sin telescopios, con un margen de error de 0`8 habían descrito a la perfección una estrella casi invisible para el ser humano…


Bibliografía consultada:

July 18th, 2009 Posted in Historia Ignorada ( Los dogones, sirio y los dioses peces)
Lliendes Piloña Tradicionales del Conceyu (Mitoloxia asturiana) Alberto Álvarez Peña
El Ente dilucidado. Tratado de monstruos y fantasmas. Fray Antonio de Fuentelapeña – 1676
Reseña histórico descriptiva de la parroquia de Vilar de Ortelle y su comarca, Autor: Ramón Castro.
La brujería en el país Vasco, Julio Caro Baroja
Historia de la gente y de la Naturaleza de las cosas Septentrionales. Olaf Mansson, obispo de Upsala
Escritos condenados por la Inquisición (Arnoldo de Vilanova)
Papeles sobre el agua de la vida y el fin del mundo de Luis Alderete y Soto
Mundos nuevos de Charles Fort
El libro de los condenados de Charles Fort
Vieques, Polígono del 3er. Tipo, autor Jorge Martín
Explorando El Laberinto, autor Raúl Núñez
"Los mitos griegos" de Robert Graves
Miami “Chupacabras” edición limitada, autor: Virgilio Sánchez-Ocejo
Geografía del mito y la leyenda chilena de Oreste Plath
Tesoro Mitológico del Archipiélago de Chiloé de Narciso García Barría.
Los tentáculos del triangulo de Dr. Enrique B. Avilés
http://www.etcmagazine.com.ar
http://tejiendoelmundo.wordpress.com
http://oldcivilizations.wordpress.com
Archivos de Luis Altamirano y del IIEE de Chile


Recopilación: Pedro Rivas Roth
Fuente:  Instituto de investigación y estudios exobiológicos Chile - España