¿Hubo electricidad en el antiguo Egipto?






Guillermo D. Giménez (ARGENTINA)







Durante mis múltiples y continuos viajes por el mundo, habiendo recorrido miles de kilómetros por todo América, el Caribe, Europa y África, he hallado y reconocido gran cantidad de misterios que han llevado en mí a tomar actitudes de asombro y admiración ante tales hechos. Como pinturas rupestres, edificaciones antiguas espectaculares, tradiciones e historias milenarias, elementos y/o artefactos antiguos de características especiales, monumentos enigmáticos, dibujos y bajorrelieves asombrosos, entre muchas otras cosas más.
Y es así que en uno de estos viajes, encontrándome en Egipto, país que he recorrido a lo largo y ancho del mismo, visitando sus imponentes y milenarias pirámides, ingresando a las mismas, recorriendo su interior (pasadizos, cámaras reales, funerarias, cámaras secretas, etc.), admirando sus jeroglíficos, pinturas y relieves, recorriendo sus diversas ciudades y templos, monumentos espectaculares, caminando por sus desiertos, visitando museos donde está guardada la historia antigua egipcia, junto a todos los tesoros de las diferentes dinastías, y navegando por el Río Nilo, donde miles de años atrás distinguidos faraones disfrutaban de este espectacular y transitado río, encuentro algo que llamaría mi atención, como a tantas otras personas que lo han visto, y que data de miles de años atrás.
Sin duda alguna Egipto nos brinda un mundo de riquezas históricas y al mismo tiempo un mundo de enigmáticos misterios, muchos de los cuales hoy en día mantiene a toda la comunidad científica sumergida en desconcierto.
Un claro ejemplo es la perfección de la construcción de las pirámides de Kheops, Kefrén y Micerinos en la región de Gizeh, pertenecientes a la Dinastía IV egipcia, y junto a la Esfinge, siendo el Guardián de las mismas.
Aquí se comprueba una perfecta conexión estelar con la Constelación de Orión que asombró al mundo su descubrimiento por parte del egiptólogo Ing. Robert Bauval con quien he mantenido comunicación y comparto su trabajo.
Pero hoy analizaré otro descubrimiento hallado sobre la pared de una cripta en el Templo de Hathor en Dendera, unos relieves que han llamado la atención por sus características a varios egiptólogos y científicos de todo el mundo llegando a conclusiones asombrosas.
Para ello debemos trasladarnos a unos 70 kilómetros aproximadamente al norte de Luxor, donde encontramos espectaculares bajorrelieves en el Templo de Hathor en Dendera, un lugar situado en la máxima soledad, rodeada de algunas palmeras sobre la superficie del desierto, debiéndose remontar su construcción quizá a la época predinástica.
El complejo está orientado hacia el Nilo que aquí fluye de Este a Oeste de modo que el templo mira hacia el Norte, aunque para los egipcios simbólicamente represente el Este.


Algunas inscripciones indican que el edificio original fue construido por aquellos reyes legendarios conocidos como “los discípulos de Horus”.
Fueron otros faraones y bajo distintos reinados que se montaron nuevos edificios (modificando, demoliendo y edificando en algunos casos) sobre el mismo y alrededores. Es así que el faraón Kheops ordenó construir un templo sobre el mismo sitio, bajo el reinado de Pepi I el templo fue reconstruido ya que el lugar era un sitio de suma importancia. También durante la Dinastía XI fue el lugar de una gran biblioteca de papiros. Se volvió a restaurar en tiempos del faraón Tutmosis III, encontrando en las paredes los nombres de otros faraones como Tutmosis IV, Ramsés II, Ramsés III.
Se volvió a reconstruir bajo Ptolomeo VIII, ampliándose por Ptolomeo X, XI y XII, Cleopatra VII, Julio César Cesarion y los emperadores Augusto y Tiberio. También se pueden leer en el edificio principal los nombres de Calígula, Nerón, Claudio, Domiciano, Nerva y Trajano.
Sabemos que en 1798 cuando las tropas de Napoleón llegaron a Dendera, el lugar estaba casi tapado totalmente por las arenas del lugar.
Cuenta la historia que una caja de municiones fue puesta por los militares sobre el techo del templo y ésta se deslizó por un tragaluz hacia el interior descubriendo allí las salas superiores del Templo, encontrando los soldados un gran monolito que medía 3,60 metros de largo por 2,40 metros de ancho, siendo su grosor de casi 1 metro. Esta roca llegaba a pesar los 16.000 kg., es decir casi 8 m3 de roca estando colgada del techo.
Pero para la historia oficial fue en 1799 la fecha del descubrimiento oficial por parte del General Louis Desaix y debido a las representaciones astronómicas se la conoció como el Zodíaco de Dendera.
Albert Slosman, Doctor en Matemáticas y en Informática y colaborador para la NASA en los proyectos espaciales del Pioneer sobre Júpiter y Saturno, indicó que todos los fundamentos de la astronomía del antiguo Egipto partían de Dendera.
Por su parte Sir Norman Lockyer, el famoso astrónomo estudioso de los monumentos de Stonehenge sostenía que Dendera es mucho más antiguo y que se había construido en alineación con Sirio.
El Templo de Hathor continúa siendo un misterio, como tantos otros lugares y hechos sucedidos en Egipto.


Enigma en las imágenes del Templo de Hathor

Encontramos aquí en la estructura subterránea doce estrechos y largos pasadizos en tres niveles, uno debajo del otro, siendo los mismos de muy difícil acceso. En la actualidad sólo se puede visitar uno de ellos.
Luego de sortear innumerables obstáculos se pueden ver espectaculares bajorrelieves de figuras humanas, sosteniendo o manipulando lo que parecen alargadas ampollas, objetos cilíndricos similares a bombillas eléctricas, entre otras pinturas.
Siempre me intrigó cómo los antiguos egipcios que mantenían un excelente nivel de conocimientos en arquitectura y en astronomía, entre otras ciencias, realizaron espectaculares construcciones bajo tierra, o bien en el interior de pirámides y templos, trabajando en bajorrelieves, figuras y pinturas sobre paredes, columnas y techos y todo bajo qué tipo de iluminación.
Quienes hemos ingresado a las pirámides y templos sabemos luego de sortear innumerables pasadizos, algunos de ellos sumamente angostos y oscuros, nos preguntamos cómo iluminaban los mismos, para realizar tan perfectas manifestaciones pictóricas con formidables colores.
Hay quienes sostienen que éstas se hacían bajo antorchas de fuego, lámparas de aceite u otras, pero, el humo y hollín irradiante de las mismas ¿no mancharían tan perfectos bajorrelieves?
No hay manifestaciones de ninguna naturaleza en numerosos templos, ni en pirámides, ni en pasadizos subterráneos, ni antecámaras, ni en ningún lado. ¿Cómo es posible esto?, si rastros de hollín deberían encontrarse en techos y paredes.
Podemos hallar sí en algunos casos algunas manchas pero esto quizá se debe a ulteriores ingresos de saqueadores y primeros exploradores.
Todo esto llamó la atención a numerosos investigadores entre los que se encuentran el austríaco Reinhard Habeck, dibujante profesional y escritor, autor de numerosos trabajos sobre los misterios del pasado, y el periodista y escritor Peter Krassa, fallecido en octubre de 2005, pionero en el campo de la hipótesis del antiguo astronauta.
Ambos autores desarrollaron un excelente trabajo investigativo al que llamaron “Lich fur den Pharao” que significa “Luz para el Faraón”.
Son ellos quienes se formularon la misma pregunta y ante tal enigma consultaron al egiptólogo austríaco profesor Helmuth Satzinger del Museo de Historia del Arte de Viena, sobre las fuentes egipcias de iluminación y su respuesta fue: “No conozco referencias sobre tales rastros tiznados. Pero recuerdo haber leído una vez un artículo en el que el autor conjeturó que ellos pudieron haber sido capaces de fabricar antorchas sin humo en aquella época”. Aunque más adelante el mismo profesor admitió que nadie había intentado producir y usar antorchas sin humo.
Otra de las hipótesis es que los egipcios utilizaron espejos ubicados en tramos estratégicos que reflejaban la luz del Sol en los oscuros pasadizos y cámaras. Aunque esto se eliminó al comprobarlo ya que la luz se disipaba siendo incapaz de alumbrar las criptas subterráneas.
¿Entonces?
Es así que los astroarqueólogos Habeck y Krassa decidieron viajar a Egipto e investigar directamente, ingresando en el antiguo Templo de Hathor luego de abonar las propinas obligadas a los cuidadores y gatear sobre estrechos y oscuros pasadizos alcanzando su objetivo, encontrando un ensanchamiento con un suelo de cerca 60 pies cuadrados de hermosos y coloridos bajorrelieves, únicos en el arte egipcio.


Estaban allí las imágenes enigmáticas, entre otras, que les recordaba a una “bombilla eléctrica”.
Describiéndola podemos decir que este bajorrelieve muestra a un egipcio sosteniendo a una ampolla alargada y se muestra algo similar a ondulantes serpientes, semejantes a “filamentos”.
Estas serpientes estaban en contacto con el cáliz de una “flor de loto” que a su vez se contactaba con un “cable” de cierta longitud, que a su vez provenía desde una “caja” rectangular que contenía obviamente un “generador” o algún otra fuente de energía. Y sentado sobre esta “caja” hay una figura que representa a Shu, el Dios del aire según el profesor Satzinger.
¿Es ésta una referencia a la ionización aérea?, se preguntan los autores.
Conectado a esto manteniendo en alto la ampolla se muestra a “Djed-pilar” cuyos dos brazos están en contacto con la “serpiente”.
Este soporte es un enigma para los egiptólogos, hay muchísima controversia acerca del significado del mismo.
Pero lo que sí sabemos que el símbolo jeroglífico para “Djed” significa “estabilidad” y “energía” demostrando esto la llamativa semejanza con los actuales aisladores de corriente de alta tensión.
Otro de los motivos que intrigó a los autores de “Luz para el Faraón” fue el ser representado con uno o dos cuchillos en sus manos.
Thot en la mitología egipcia representa a la deidad pertinente, es el escriba de los dioses, el gran maestro de la magia y el medidor del tiempo.
Sin duda Thot fue tenido para iluminar la oscuridad con su propia luz.
La representación de las manos sosteniendo a los cuchillos puede ser una advertencia a todos de la riesgosa naturaleza de la corriente eléctrica.
Numerosas son las conjeturas pero, ¿qué es en realidad lo que muestra el bajorrelieve?
El Templo de Hathor en Dendera ofrece innumerables inscripciones y representaciones pictóricas en paredes y columnas realizadas sin duda alguna para impartir conocimiento.
Hoy en día, de acuerdo a expresiones de egiptólogos egipcios, alemanes y austríacos, resulta imposible leer los textos jeroglíficos de Dendera.
Sin duda el Templo de Hathor fue escrito y desarrollado para impartir conocimientos comunicado en términos usados como los enfocados por los científicos modernos.
Es así que el Dr. John Harris, científico británico de la Universidad de Oxford, llegó a la conclusión luego de estudiar esta representación, que son las exactas descripciones de procedimientos técnicos como los que se aplican en la actualidad.
Otras conclusiones realizadas por el científico vienés Walter Gran, Ingeniero Eléctrico que fuera director técnico de una central de energía en Tailandia, consideró que los bajorrelieves de Dendera demuestran que se pueden interpretar conjuntamente desde puntos de vista técnicos y físicos, aseverando que nuevas investigaciones de todo el conjunto daría respuestas asombrosas.
Sin duda un gran desafío para la comunidad egiptológica y científica mundial.
Encontramos otras inscripciones diseminadas en Egipto, como en el Templo de Edfu donde pueden verse objetos similares a lámparas eléctricas.
Si consideramos que de acuerdo a estas imágenes que demostrarían que los antiguos egipcios de una época milenaria producían y utilizaban la energía eléctrica, ¿dónde se encuentra tal extraordinario objeto?
Aún no tenemos este elemento que quizá fue robado por saqueadores de diferentes épocas, o fuera destruido en tiempos lejanos o también quizá aún no fue descubierto como tantos otros objetos, y duerme allí, bajo las arenas de Egipto en espera de salir a luz, cambiando de esta manera la historia de ciertas cosas y elementos que se creen ser símbolos religiosos y en realidad son otras de carácter técnico, cambiando así nuevamente la historia del Antiguo Egipto.


1 – Experto sacerdotal egipcio. 2 – Vapor ionizado o gas 3 – Serpiente estilizada, interpretación pictórica de una descarga eléctrica. 4 – Flor de loto (¿un enchufe?) desde cuya extremidad se origina un arco voltaico. Este hecho es mostrado físicamente de manera correcta porque aquí el campo de energía eléctrica muestra la tensión más alta.  5 – Cable de conexión 6 – Shu, Dios del Aire 7 – “Djed-pilar”; tiene la función de un aislador 8 – Thot – Dios de la Ciencia , sosteniendo un par de cuchillos. ¿Una referencia al peligro que acecha en el aparato representado? 9 - ¿Un simbolismo para la “tensión”?. 10 – Polaridad; la figura que denota el polo positivo 11 – Caja que contiene el generador.


Otros descubrimientos e historias asombrosas

Durante el curso de una excavación en un lugar de Partia, el arqueólogo austríaco Wilhelm Koening realizó un descubrimiento sensacional.
Halló un objeto con forma de jarrón, considerando que el mismo era un tipo de batería. Los componentes estaban allí, el cilindro de cobre y una barra de hierro.
Algunos años atrás este objeto fue sometido a una prueba de funcionamiento en el Roemer and Pelizaeus Museum of Hildesheim, en Alemania.
El resultado fue que esta batería seguía siendo capaz de producir una corriente de un voltio y medio, demostrando que este artefacto hallado entre las ruinas de Chuyut Rabuah había sido utilizado como una batería galvánica.
Otros descubrimientos encontrados en Selenkia en el Tigris y en Ctesiphon, la antigua Capital de Partia, demostraron la utilización de estos fragmentos de cobre como componentes de artefactos similares.
Miles de años atrás esta civilización de Partia tenían conocimiento de esta tecnología que aún los historiadores no osan atribuirles, es decir se concluye que hace más de 4.000 años los antiguos moradores de la Mesopotamia utilizaban pilas eléctricas.
Esto no nos debe sorprender, ya que encontramos referencias también en Roma y en Grecia antiguas, cuando se describen bombillas incandescentes de color rojizo, como lo que nos dice San Agustín que cuenta que no podían ser apagadas ni por el viento ni por la lluvia y también hay referencias en Antioquía donde una luz estuvo encendida más de 500 años.
Otro es el caso de la famosa luz que se mantenía siempre encendida en el templo de Numa Pompilio en Roma.
En el Templo de Minerva había una lámpara de oro que daba luz y que no era alimentada por ningún tipo de combustible.
En Hierapólis, Siria, la diosa Hera estaba tan iluminada que: “...el templo resplandecía como si hubiera estado iluminado con una miríada de cirios...”, nos dice el griego Luciano, cuyos sacerdotes le negaron descubrir su secreto.
En la obra “Edipo Egipcíaco” escrito por el padre jesuita Atasnasio Kirchner en el 1565 DC, describe parte de un documento hindú con los pasos para construir una batería eléctrica. Leemos: “...colocar una plancha de cobre bien limpia, una vasija de barro, cubrirlo con sulfato de cobre, y luego cubrirlo todo con serrín húmedo, para evitar la polarización. Después poner una capa de mercurio amalgamado con zinc encima del serrín húmedo. El contacto producirá una energía por el doble nombre de Mitra-Varuna. Se dice que una cadena de cien vasijas de este tipo proporciona una fuerza muy activa y eficaz...”.
También Plutarco observa en el Templo de Júpiter-Amón una “lámpara perpetua” y así lo escribió en el Siglo I.
Allí los sacerdotes tampoco le revelaron la fuente de esta luz que brillaba desde hacía años, aunque sí le dijeron que no se apagaba ni por el viento ni por la lluvia.
Tengamos en cuenta que fue recién en 1820 cuando el danés Hans Christian Orsted reconoció que una corriente eléctrica causaba fenómenos magnéticos.
El inglés Michael Farady continuó con esta investigación y fue recién en 1871 de nuestra era cuando el americano Thomas A. Edison desarrolló la primera bombilla eléctrica.
En 1939 Koening como ya dijimos, encontró muy cerca de Bagdad, en Irak varias vasijas tubulares de barro con los cuellos recubiertos de asfalto conteniendo todas una varilla de hierro encajado en un cilindro de cobre.
Era sin duda una rareza y el propio Koening no tardó en darse cuenta que era una especie de pila eléctrica procedente de la antigua Babilonia.
En 1940 publicó su hallazgo en Austria causando asombro a toda la comunidad científica y público en general.
Terminada la Segunda Guerra Mundial un ingeniero norteamericano de la General Electric Company, llamado Willard Gray pensó ponerle fin a esta controversia comprobando físicamente el mismo.
Fabricó duplicados exactos de estas antiguas vasijas llenándolas con sulfato de cobre en reemplazo del desaparecido electrolito original que se había disuelto luego de más de dos mil años de antigüedad.
Gray verificó su funcionamiento comprobando que la misma media una potencia de un voltio y medio.


La famosa Pila de Bagdad, hallada en 1939 por el arqueólogo alemán Wilhelm Koening mientras realizaba excavaciones en la región de la antigua Babilonia

Esta confirmación demostró que también los babilonios conocían y utilizaban la electricidad, cuyo objetivo no sólo era de iluminar sino también galvanizar ciertos elementos como los centenares de objetos galvanizados cuya antigüedad data de miles de años atrás que se hallaron en la misma zona geográfica.
Estas vasijas fueron llevadas al Museo Nacional de Bagdad, en Irak, exhibiéndose durante décadas hasta que, lamentablemente, producto de la guerra reciente mucho de estos elementos se perdieron, se robaron y/o se destruyeron durante los saqueos al Museo Nacional.
Como vemos no sólo los egipcios conocían y utilizaban la electricidad, sino también para otras civilizaciones no les era desconocida hace milenios este tipo de energía.



ALGUNOS APUNTES SOBRE EL AUTOR:
Es Analista en Sistemas y especializado en estudios de Ciencias Naturales. Investiga el fenómeno OVNI desde 1977. Sus trabajos han sido publicados en diversas revistas especializadas así como en diferentes sitios web.


• Publicado con permiso del autor