Descripción de ciudades submarinas y espaciales en antiguos textos sánscritos





Dileep Kumar Kanjilal (INDIA)





El profesor Dileep Kumar Kanjilal, catedrático de sánscrito en el Instituto de Sánscrito de Calcuta, y encargado de cuestiones sánscritas del Gobierno bengalí, ofrece una sucinta perspectiva de las referencias a ciudades submarinas y espaciales que pueden hallarse en antiguos textos sánscritos.

El argumento central del Mahabarata se refiere a la guerra entre dos familias Pandavas y Koravas, por la sucesión al trono. También llamados Pandos y Cauravyas, los integrantes de dichas familias están ligados por un antepasado común: el rey Bharata; de ahí que el título de la obra sea La guerra de los bharatas. Según parece, los acontecimientos que relata el gran poema se sitúan hacia el año 3103 a.C., fecha que concuerda con el inicio del Kali Yuga o Edad sombría.

En los capítulos 168, 169 y 173 del Vanaparvan (parte del Mahabharata) se describe del siguiente modo la batalla entre el divino Arjuna y los asuras (o demonios):

"Arjuna ascendió al cielo para obtener de los seres celestiales armas divinas y aprender su manejo. En el curso de dicha estancia, lndra, señor del cielo, exigió a Arjuna que destruyera todo el ejército de los asuras. Estos treinta millones de demonios vivían en fortalezas situadas en las profundidades de los mares. lndra, señor del cielo, cedió a este efecto su propia nave espacial a Arjuna, pilotada por su diestro ayudante Matali. Dicha nave también era capaz de moverse bajo el agua. En la encarnizada batalla que siguió, los asuras provocaron lluvias torrenciales, pero Arjuna les opuso una arma divina, que logró desecar todo el agua. Los asuras fueron vencidos, y tras la batalla Arjuna descendió a las ciudades de los vencidos demonios. Quedó fascinado por la belleza y el lujo de las ciudades submarinas. Arjuna preguntó a Matali acerca de la historia de tales ciudades, y se enteró de que originalmente habían sido construidas por los dioses para su uso particular."



Una visión cautivadora

En el capítulo 102 del Vanaparvan puede leerse, además, que los asuras habían emergido de sus ciudades subterráneas, importunando por igual a humanos y dioses. Cuando Arjuna regresó al cielo con su indestructible vehículo volador anfibio, descubrió una maravillosa ciudad que se movía sobre su propio eje en medio del espacio. La visión debió de ser cautivadora:

"La ciudad aparecía radiante, bella, llena de edificios, árboles y cascadas de agua. Poseía cuatro accesos, guardados todos ellos por vigías provistos de las más diversas armas."


Arjuna se informó acerca del origen de este magnífico conjunto celestial, y Matali le informó que Brahma personalmente había construido esa ciudad rotadora celestial, Ilamada Hiranyapura (Ciudad dorada). Puesto que dos influyentes mujeres asuras, Puloma y Kalaka, habían hecho penitencia durante mil años, el creador todopoderoso, Brahma, había permitido a los asuras habitar en dicha ciudad. Pero los asuras se fueron instalando y expandiendo en la ciudad, apartando de ella a los dioses.


Destruyeron la ciudad de los demonios

Y puesto que Arjuna de todos modos combatía a los demonios, Matali le urgió a que destruyera la ciudad rotadora. Cuando Arjuna se acercó a la construcción espacial, los demonios se defendieron con potentes armas:

"Se desencadenó una terrible batalla, en el curso de la cual la ciudad espacial fue violentamente lanzada a los aires, y luego de nuevo en dirección a la Tierra, zarandeada de un lado a otro, sumergiéndose incluso a las profundidades marinas. Transcurrido ya mucho tiempo el combate, Arjuna disparó un proyectil mortal que destruyó la ciudad entera en mil pedazos, dejando caer los fragmentos sobre laTierra. Los asuras supervivientes salieron de entre las ruinas y siguieron combatiendo duramente. Pero Arjuna dio fin a la batalla con ayuda de la poderosa Pasupata. Todos los asuras quedaron aniquilados. lndra y los demás dioses elogiaron a Arjuna como héroe."                                                                                                             

También en el capítulo 3 (versos 6-10) del Sabhaparvan (igualmente parte del Mahabharata) se habla de ciudades celestiales. Allí se dice que Maya, el arquitecto de los asuras, había proyectado para Yudhisthira, el mayor de los pandavas, una maravillosa sala de asambleas en oro, plata y otros metales que, tripulado por 8.000 obreros, fue trasladado al cielo. Cuando Yudhisthira preguntó al sabio Narada si con anterioridad había sido construida una sala tan majestuosa, Narada contestó que parecidas salas celestiales existían para cada una de las divinidades Indra, Yama, Varuna, Kuvera y Brahma. Según el sabio Narada, la sala de reuniones de Indra poseía unas dimensiones (expresadas en cifras actuales) de 16 kilómetros de alto, 1.200 kilómetros de largo y 8 kilómetros de ancho. Resulta sorprendente lo que explica Narada, el sabio de la antigua tradición:

"La ciudad espacial de Indra permanecía permanentemente en el espacio. Estaba construida enteramente de metales y contenía edificios, viviendas y plantas. Las entradas eran tan anchas, que pequeños objetos voladores podían penetrar por ellas. La sala de reuniones deYama tenía una longitud de 750 kilómetros, estaba construida de forma parecida, y provista de todas las instalaciones para una vida cómoda. Estaba rodeada de una pared blanca, que producía destellos cuando se desplazaba el vehículo por el firmamento. La sala de Varuna se encontraba bajo agua y se movía libremente en las profundidades de los océanos. Tampoco aquí faltaban las comodidades de una vida lujosa. La sala de reuniones de Kuvera era la más hermosa de todo el universo. Medía 550 x 800 kilómetros, pendía libremente en el aire, y en su interior se encontraban palacios dorados. Pero el lugar de reuniones más asombroso era el de Brahma. Era la de más difícil acceso y constituía un verdadero panorama cuando avanzaba por el Universo. Incluso el Sol y la Luna empalidecían a su lado."


Mientras que las referencias a ciudades submarinas parecen completamente realistas, teniendo en cuenta la técnica actual, la descripción de gigantescas ciudades espaciales nos parece totalmente fantástica. Desde el punto de vista del científico, solo puedo constatar que en los citados libros del Mahabharata se describen por lo menos cinco de tales ciudades. Todas ellas construidas por técnicos y capaces de permanecer años enteros en el aire. Estaban provistas de todas las comodidades, pero también de temibles armas. No existe duda alguna de que el termino sánscrito sabha significa inequívocamente reunión de personas. Pero resulta que en los textos sagrados, esta reunión de personas queda ubicada en el espacio exterior y citada en conexión con las divinidades celestiales.


Tales salas rotantes de reunión no se encontraban, con toda seguridad, en la Tierra. Aún eliminando todas las exageraciones de las narraciones épicas, queda el hecho de que aparte de las máquinas voladoras (vimanas), el Mahabharata cita también objetos voladores artificiales de dimensiones gigantescas.


Les estamos imitando

Nuestra moderna tecnología no hace sino comenzar su acercamiento teorético al nivel de los mundos antiguos. Así, por ejemplo, el Departamento de Investigación Espacial de la Universidad Stanford investiga en la actualidad la posibilidad de enviar una ciudad artificial a una órbita alrededor de nuestro planeta. El profesor Gerard O'Neill, del Instituto Físico de la Universidad de Princeton, ha calculado por otra parte que una ciudad satélite de este tipo, de 30 kilómetros de longitud, y con una capacidad de un millón de habitantes, no es en modo absoluto irreal. La descripción de este tipo de ciudades voladoras aparece desde tiempos inmemoriales en las epopeyas de la India antigua, cuya autenticidad nadie pone en duda. La dificultad solo residía en la exacta trascripción moderna de expresiones tales como vaihayasi (volar), gaganacara (aire) o vimana (objeto volador). Sólo la técnica moderna ha permitido una traducción razonable.

La deducción lógica que puede sacarse de todo ello, es la siguiente:
En tiempos inmemoriales, la Tierra debió haber conocido una floreciente civilización con suficientes conocimientos científicos como para construir objetos voladores y lanzar ciudades satélites al espacio. Tales civilizaciones deben haber quedado aniquiladas por alguna catástrofe desconocida. Ya sólo las leyendas nos recuerdan tales épocas pasadas.



ALGUNOS DATOS SOBRE EL AUTOR:
Dileep Kumar Kanjilal (nacido el 1 de agosto de 1933, Calcuta) es un profesor indio, catedrático de sánscrito y especialista también en pali y otras lenguas clásicas de la India.
Posee igualmente un doctorado en Filosofía por la Universidad de Calcuta y una Licenciatura en Letras (B. Litt.) en Oxford. De 1969 a 1971 fue becario de investigación de la Asociación de Universidades del Commonwealth en Inglaterra y otros países europeos. Es también miembro honorario de la Sociedad Asiática de Calcuta, en el Instituto de Investigación Oriental Bhandarkar (Bori ) en Pune, KS Instituto Rangasamy en Madras y el Instituto de Investigación en Arqueología, Astronáutica y SETI (AAS).
Es autor del libro Vimanas en la antigua India, Sanskrit. Pustak Bhandar, Calcuta 1985


• Publicado con permiso del autor
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