Los cráneos deformados: un misterio sin resolver

Las civilizaciones andinas y otras culturas del pasado provocaban la deformación de los cráneos de algunos niños. Querían que fueran alargados y grandes... ¿Acaso este método lo practicaban para tratar de parecerse a alguien?

Los arqueólogos han encontrado esqueletos con cráneos deformados allá en donde se erigieron las principales civilizaciones del pasado. En la India, Egipto o en el viejo mundo, Hunos y Alanos son también conocidos por haber practicado la deformación craneal. En la Antigüedad tardía (300-600 d. C.), las pueblos germánicos orientales (Gépidos, Ostrogodos, Hérulos, Rugios y Burgundios) que eran gobernados por los Hunos adoptaron esta costumbre, no así ocurrió con las tribus germanas del oeste, donde la deformación craneal ha sido rara vez encontrada.
Pero, sobre todo, en América. Sin ir más lejos, en el Museo de Arqueología y Antropología de Perú hay cientos de estos cráneos, que están datados entre los años 1000 a.C. y 700 d.C.
En cuanto a registros escritos de deformación craneal, el más temprano data del 400 a. C. en la descripción de Hipócrates de los Macrocéfalos o "Cabezas largas".
Incluso hoy se practica en algunos lugares, como Vanuatu y la República del Congo.


Pintura de Paul Kane, mostrando un niño Chinook en el proceso de aplanar su cabeza, y un adulto luego del proceso

La cultura Paracas

Los Paracas vivieron en la costa de Perú, al sur de la capital, Lima. Algunas estimaciones proponen que esta cultura existió entre el 700 a. C. y el 100 d. C. pero las fuentes pueden variar principalmente por las pocas pruebas de carbono 14 que han sido realizadas en los materiales orgánicos encontrados en el área. Julio C. Tello, el “padre” de la arqueología peruana, condujo excavaciones arqueológicas cerca del área de los Paracas en 1927 y 1928, tras enterarse de que los ladrones de tumbas habían encontrado grandes lotes de materiales fúnebres, que incluían costosos textiles, cerámicas y ofrendas ceremoniales en el sitio llamado Cerro Colorado, el cual es hoy un área protegida dentro de la reserva ecológica Paracas. Poco trabajo han hecho los arqueólogos desde los tiempos de Tello, pero las excavaciones de las tumbas de la nobleza han continuado. Un aspecto intrigante de esta cultura que ha sido pasada por alto por la mayoría de los investigadores es el hecho de que la nobleza practicaba el vendado de cabeza para provocar deformación craneal. La situación de los Paracas es de alguna manera única en cuanto a que Juan Navarro y Brien Foerster han encontrado la presencia de al menos cinco formas distintas de cabezas alongadas, siendo cada tipo, predominante en cementerios específicos. Los cráneos más grandes e impactantes son del sitio llamado Chongos, cerca del pueblo de Pisco, al norte de Paracas.


                                Cráneos de la cultura Paracas

Métodos y tipos

No hay un sistema establecido para clasificar las deformaciones craneales. Muchos científicos han desarrollado sus propios sistemas de clasificación pero ninguno ha estado de acuerdo en un solo sistema para todas las formas que pueden verse.
El proceso comenzaba durante la lactancia. Usaban técnicas de entablillamiento para llevarlo a cabo, cuando el desarrollo del pequeño aún no había provocado la soldadura fibrosa de los huesos del cráneo. Aquél era el momento adecuado, puesto que las tablillas de madera, atadas a cada lado del cráneo, perfilaban el cráneo de aquellos niños a medida que crecían, alargando su rostro y estirando su cabeza.
Algunos se alargaban; otros se ensanchaban, el proceso duraba aproximadamente dos años hasta que la forma deseada era alcanzada.



Cráneo modificado Maya exhibido en el Museo Nacional de Antropología de México y métodos usados por los pueblos Maya para modelar la cabeza de sus niños

A los "elegidos" se les seleccionaba desde su nacimiento. Quizá porque pertenecían a linajes "especiales" y estaban destinados a formar parte de la elite política y religiosa, de modo que desde que eran unos niños se buscaba que fueran diferentes al resto, que ellos mismos se sintieran como tales y que el resto los vieran como a unos "privilegiados".
El investigador Lumir Janku quiso aclarar las circunstancias que rodeaban la deformación de cráneos. Por lo que averiguó, a aquellos niños se les consideraba miembros de una estirpe sagrada. Y con ello quizá dio con la pista acertada.
Con la deformación de cráneos, los antiguos pobladores de Perú conseguían adquirir una capacidad craneal de unos 2.500 centímetros cúbicos, casi el doble que en el común de los mortales. No está demostrado que pese a aquella "anormalidad" sufrieran algún tipo de problema de salud ni psíquico. En cambio, los especialistas suponen que al comprimirse los lóbulos, el sistema motor podría quedar en cierto modo afectado. Lo mismo puede decirse de las zonas posteriores del cerebro, que también se hundían, lo que ocasionaría en el "elegido" determinadas distorsiones visuales.
Era el precio que había que pagar...
Otro hecho es la interpretación que podían dar a aquellas dificultades motoras y, en especial, a sus extrañas visiones.
Al margen de los hombres precolombinos, también los egipcios pusieron en práctica rituales similares. En muchas de las representaciones de los faraones que han llegado hasta nosotros se adivinan modificaciones en el cráneo muy singulares. Algunos parecen portar una protuberancia en la parte superior. Por lo visto, querían parecerse a sus dioses...


                      Cráneo deformado Proto Nazca 200-100 AC

Curiosamente, las representaciones que se han encontrado en América correspondientes a las diversas deidades que según las leyendas llegaron del cielo, se asocian a hombres cuyo cráneo no parecía igual al humano. En algunos casos, presentaban una forma sospechosamente alargada. Todo esto, sin duda, nos conduce en una dirección: los preincas también querían parecerse a sus dioses y, por ello, imitaban el aspecto físico que tenían, razón por la cual, entre otras "penitencias", deformaban sus cráneos.
Un ejemplo claro lo tenemos en la diosa Orejona, que según los pueblos prehispánicos descendió desde una lejana estrella hasta el lago Titicaca, donde emergió una importante civilización. Su cabeza tenía forma cónica y exhibía unas grandes y alargadas orejas. Curiosamente, la nobleza inca, amén de deformarse los cráneos, se hacía colgar grandes pendientes para que por culpa del peso se alargaran los lóbulos de las orejas. Insisto, ¿buscaban parecerse a los dioses?
Como decía, entre algunos de los esqueletos pertenecientes a hombres de cráneos deformados en Perú, se han hallado determinadas particularidades raciales. Esas mismas singularidades han sido objeto de estudio por parte de la investigadora Celia Íñiguez Sánchez, que las sitúa en la base allanada del cráneo y en la particular posición del agujero occipital, por donde se asienta la columna, que quedaba ligeramente inclinada. Esas "diferencias" debían dejarse notar a ojos del pueblo llano entre aquellos que gobernaban política y religiosamente a los pueblos. Si no se nacía con ellas, se "simulaban". Así pues, se establecieron auténticos linajes de hombres parecidos a dioses y que hacían recordar a los súbditos esas leyendas, que es lo que de momento es, según las cuales las deidades de cráneos grandes habitaron la Tierra.