Sobre cosas que caen del cielo

Desde tiempos inmemoriales se han reportado caídas de sustancias gelatinosas de diversa índole en circunstancias variadas. La mayoría de las veces se han observado tras el paso de meteoros o fenómenos que globalmente se pueden definir como luminosos. Las sustancias descubiertas en la mayor parte de los casos han demostrado ser de naturaleza fundible, generalmente efímeras.

El ovni de Villagonzalo (Badajoz) ESPAÑA

El 10 de noviembre de 1977 varios niños que por aquellas fechas contaban con edades comprendidas entre los 9 y 12 años habían divisado un extraño objeto sobre la plaza del pueblo.



María Benítez de la Rosa, que en aquella fecha contaba con 10 años edad, comenta que se encontraba junto a unas amigas de su edad, sobre las ocho de la tarde, en la plaza de la Iglesia. Estaban mirando hacia los letreros de los bares y tiendas que hay en la calle cuando vieron sobre el cielo, al lado del “pico” inferior  de la luna, que aquel día se encontraba en cuarto creciente, un objeto luminoso de forma lenticular, que cambiaba de forma y de color simultáneamente. Los colores, sin que se haya podido determinar su exacto orden de cambio, fueron los siguientes: el primero, sin lugar a dudas rojo, luego, amarillo, azul, rosado, violeta, naranja, blanco y para finalizar, otra vez rojo. A continuación se produjo un desplazamiento del objeto luminoso hacia abajo, movimiento parecido, según compararon, al de la caída vertical de un cuerpo. La caída fue muy rápida –comentó– y acompañada también de rapidísimos cambios de color. Al “caer” dejó una estela blanca muy brillante que duró un par de minutos y que cuando la miraban les producía dolor en los ojos.


Según atestiguaron más tarde, los ojos de todos los niños que contemplaron el extraño fenómeno sufrieron picores durante toda esa noche. La duración de la observación había sido calculada entre cinco y diez minutos.
Otro de los testigo, el también niño de 10 años por aquel entonces, Manuel Álvarez Gómez dice que estaba situado junto a otros amigos en la Plaza de Calvo Sotelo, situada a cien metros de la plaza donde se encontraban las niñas, cuando aproximadamente a las siete y media de la tarde, vio un objeto semejante a un plato invertido con colores anaranjado, azul cielo y violeta. El mencionado objeto comenzó a “caer” adoptando entonces, inicialmente, el color azul cielo, y no apreciando ningún ruido. El objeto desapareció de su vista al ser ocultado por unas casas cercanas. Lo que si podía apreciar era como la zona donde aparentemente se encontraba el objeto había quedado iluminada por una intensa luz blanca similar a la de los faros de largo alcance de los coches.
Pasado unos cinco minutos, mientras los amigos se preguntaban qué podía ser aquello, el objeto volvió a elevarse con el mismo color que utilizó al descender, y sin hacer ruido alguno. Advirtiendo que la mayor luminosidad estaba en la periferia del objeto, así como en la superficie circular e inferior del mismo, mientras que en la parte superior la luz era más difusa. Éste se elevó con gran rapidez dejando una estela blanca y haciéndose cada vez más pequeño, hasta perderse. Y quedó situado al lado de la parte inferior de la luna, como si de un bulto se tratase.

Caída de un objeto en la plaza del pueblo

Ambos observaron a las ocho de la noche aproximadamente, y desde la plaza de la Iglesia, como de la parte inferior del objeto se desprendió otro más pequeño, del tamaño de una pelota de tenis, de color azul, violeta y rosado, que cayó en mitad de la plaza.


Esta caída se produjo de forma vertical y muy rápida, provocando al contacto con el suelo un ruido similar a un globo deshinchándose o un petardo disipado. El objeto dejó una mancha en los adoquines de granito de la plaza, de unos treinta centímetros de diámetro, color plateado y de aspecto liso. No se atrevieron a tocarlo. Al observarlo, de nuevo, a la mañana siguiente, eran sobre las 9,30 h., es decir trece horas después del incidente, la mancha había cambiado su aspecto y reducido su diámetro. Ya no era lisa, sino similar al papel de plata arrugado. Hay que hacer constar de todas formas que el lugar es muy frecuentado por vehículos que circulan precisamente por el lugar donde se encontraba la mancha. Al mediodía había desaparecido totalmente.
Todos estos testigos comunicaron –además– con énfasis, el hecho de que los perros del lugar estuvieron ladrando buena parte de la noche, mostrando una gran inquietud, totalmente desacostumbrada y presentando desconcertantes signos de agresividad.
Asimismo, uno de los niños cuenta como todas las noches va a echar de comer a su caballo, y aquel día le sorprendió la enorme excitación del mismo, hasta tal punto que tuvo que llamar a su padre porque el animal no le dejaba acercarse para ponerle la comida.

El libro de los condenados

Aunque antiguamente casos como este eran atribuidos a causas sobrenaturales, tal y como ocurrió con el texto más significativo al respecto, la obra de Chales Fort El libro de los condenados (1919). Un texto que registra meticulosamente todas las noticias aparecidas hasta la fecha en la prensa o las referencias de cronistas e historiadores que según Fort eran lo suficientemente extrañas como para ser consideradas excluidas, supuestamente, del ámbito científico.


La ciencia moderna ha modificado completa y fundamentalmente el primitivo cuadro de cosas que daba asidero a las creencias religiosas según las cuales el humano, la más elevada de las criaturas de la Tierra, era el favorito del Universo y de Dios. Los astrónomos demostraron que nuestro pequeño planeta, lejos de ser el centro del cosmos, no es siquiera el centro del Sistema Solar; solo es una simple partícula microscópica en la vasta extensión del espacio sideral, y que el Sol es solamente una estrella común en una nube estelar situada al borde de una gran nebulosa espiral o galaxia, que contiene infinidad de estrellas. Lo religioso tuvo que plegarse a los tiempos de la razón y justificar que "la razón divina lo ha ordenado todo en todos los terrenos, incluso en la vida humana". Es ésta una concesión mutua a partir de la que Fort recibió respuestas refractarias. Aquello que no era explicable por el poder divino lo era por el saber científico dominante. Todo fenómeno que no respondiera a esas dos directrices era simplemente descartado. "Un día pasaré revista a todas las añejas historias de demonios aparecidos sulfurosamente en la Tierra, con el fin de demostrar que, en varias ocasiones, hemos tenido visitantes de otro mundo, y que el signo del origen externo se halla en la sulfurosidad. Un día racionalizaré toda la demonología, pero por el momento me hallo demasiado avanzado para poder permitirme el retroceder", satiriza Fort cuando cuenta la caída de una masa de azufre incandescente en 1868 en un pueblito de Polonia, o la caída del cielo en Tarbes, Francia, en el año 1877, de una piedra recubierta de hielo. Una piedra esculpida, con indicios de haber sido cortada y trabajada. A sus ojos, fue el fenómeno extraño más importante del siglo XIX, mencionado en las publicaciones científicas referentes de entonces.
En este terreno se desarrollaron distintas teorías acerca del origen del Universo, destacándose el aporte trascendental de Hubble, quien en 1929 observó que las galaxias distantes se van alejando de la Tierra en una suerte de expansión cósmica, descubrimiento que dio lugar al desarrollo de la teoría del Big Bang, según la cual hubo un tiempo en el que se produjo una gran explosión de la que derivó la actual dilatación del espacio.
Otro de los puntos controvertidos del pensamiento fortiano es aquel en el que aparecen mundos posibles y espacios de energía en los cuales los planetas buscan acomodarse luego del disloque inicial; es en esos territorios de lo desconocido donde podríamos hallar respuesta a lo inexplicable. A favor de ese pensamiento, conviene citar a Esther Díaz en su libro Posmodernidad, donde aclara que "a partir de las teorías contemporáneas sobre termodinámica cuántica y caos se patentiza que no es posible descartar el azar y la irreversibilidad temporal entre los componentes de una organización". Todo puede ocurrir, hasta aquello considerado imposible.
Los sucesos a los cuales Fort dedicó gran parte de su vida se interrelacionan con una dimensión oculta de la realidad, convirtiéndolo en un científico ultrarealista que se atreve a hurgar más allá de lo permitido. No hay necedad ni temor a ser tildado de loco en la sustentación de sus teorías más controvertidas. "Pienso en una región suspendida por encima de la superficie terrestre donde la gravitación ya no opera y que está regida por el cuadrado de la distancia, al igual que el magnetismo es despreciable a muy corta distancia de un imán. Pienso que todo lo que ha sido arrancado de la superficie terrestre ha permanecido prisionero de este región hasta su liberación por la tormenta. Un Supermar de los Sargazos"
No existe otra lectura de El libro de los condenados  que la que implica la comprensión de sus génesis: miles de referencias manuscritas de sucesos anómalos y notas que intentan ahondar en la Continuidad como única conclusión verdadera.
Su sospecha de que no predicaba en el desierto y que algún día otros le sucederían resultó profética y en principio no debe reducirse a una aproximación a la ufología, si bien el libro no deja de develar entre líneas el fenómeno ovni.
H.P. Lovecraft consideraba a Fort uno de sus maestros, y autores de ensayos antropológicos como Pauwels y Bergier reconocen haber utilizado el método fortiano de búsqueda para gestar su famosa obra El retorno de los brujos.
Los antiguos cronistas también mencionaron estos sucesos, desde Plinio hasta Ateneus, y lo mismo sucedió durante la Edad Media, aunque la mayor subida en número de observaciones de este tipo de fenómenos se produjo a partir del siglo XIX.
Por descontado, aunque alguno de estos registros de caídas de cosas extrañas pudieran ser imprecisos o alguno directamente fraudulento, la gran mayoría no lo son.
Hoy en día estos extraños eventos continúan sucediendo, y a pesar de haberles querido dar una explicación, la realidad es que un número elevado aún presenta serios inconvenientes para su total esclarecimiento.