La Dama Azul: La religiosa que evangelizó Nuevo México sin haberlo pisado

Javier Sierra y Jesús Callejo en su libro La España Extraña comentan: «...de entre todos los supuestos milagros que han pasado a la historia de nuestros santuarios ibéricos, llama especialmente la atención uno al que, por cierto, siempre se le ha prestado poca atención: la facultad que adquieren algunas personas para desaparecer de un lugar concreto cuando invocan el nombre de una determinada virgen o santo varón, y aparecer súbitamente en otro, a cientos de kilómetros de distancia.
Hoy a esto lo llamamos teleportación. 
Reconocemos que esto parece harina de otro costal y que hay que tener muchas tragaderas para aceptar estos milagros al pie de la letra. Pero no seamos demasiado obtusos...Hay constantes que se repiten una y otra vez...Se puede decir más alto pero no más claro: estas cosas suceden».
(En estos casos) Todos los medios de transporte...tenían un denominador común: el motor que los hacía «desplazarse» solía ser la Virgen, un santo o un objeto religioso».

El caso que nos ocupa hoy es otra  de sus variantes, la facultad de una persona para estar en dos lugares a la vez.

Definición del término
Wikipedia define el término bilocación como una expresión utilizada para describir un fenómeno paranormal, sobrenatural o divino en el cual una persona u objeto estaría ubicado en dos lugares diferentes simultáneamente. En el caso de las personas que lo experimentan, son capaces de interactuar con su entorno de forma normal, con posibilidad de experimentar sensaciones y de manipular objetos físicos exactamente como si hubiera llegado a través de medios naturales.

En el cristianismo
En términos generales, la Iglesia Católica recomienda la desconfianza cuando se informa de estos casos. Aunque ha reconocido la existencia del fenómeno desde el siglo XIX en santos y místicos, los más notables son: San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San Pedro Regalado, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco, San Pío de Pietrelcina, sor María Jesús de Ágreda, sor María de León Bello y Delgado y sor Ursula Micaela Morata.
En cuanto a la posibilidad de que la materia u organismo pueda estar presente en más de un lugar a la vez, Santo Tomás de Aquino, Silvio Mauro, y muchos otros teólogos de diferentes épocas han negado tal posibilidad. Los casos narrados en la vida de los santos se pueden explicar, por metáforas o materializaciones aéreas.

Fuera de la Iglesia Católica
Fuera de la Iglesia Católica, este fenómeno es conocido en el Budismo esotérico como Dzogchen. Idries Shah y Robert Graves mencionan casos en los cuales altos cleros tibetanos "aparecieron, al igual que algunos de los santos, en diferentes lugares al mismo tiempo".
El Dzogchen es practicado regularmente por los monjes de la escuela del budismo tibetano llamada Vajrayana, o "Vehículo de diamante". Según la tradición Vajrayana, Dzogchen es la transferencia de la conciencia de lo mundano a un mundo post-existencial de manera lúcida. Esta meditación se realiza con la intención de alcanzar un estado superior de conciencia y romper el ciclo de las transmigraciones.

Punto de vista escéptico
El punto de vista escéptico no niega la experiencia en sí, solo le da una explicación distinta a la causa de la experiencia.
Las experiencias fuera del cuerpo se pueden explicar como alucinaciones hipnagógicas (visiones fugaces en la transición vigilia-sueño) o Alucinación hipnopómpica (transición sueño-vigilia) que perciben con mucha frecuencia individuos con Narcolepsia.
Si bien los escépticos tienden a explicar la experiencias extra-corporales como las alucinaciones de la transición entre un estado de vigilia a otro de sueño y viceversa, estas experiencias no son exclusivas de esos momentos de transición pudiendo darse en otros momentos del periodo de sueño. También han sido reproducidas en laboratorio mediante estimulación del cerebro de un sujeto consciente, con descargas eléctricas, según un estudio que salió a la luz en el año 2002 que demostraba una disociación entre el yo del sujeto y su cuerpo a causa de estas descargas. El resultado de este estudio no acaba con la polémica ya que para los escépticos demuestra que la experiencia tiene un origen exclusivamente cerebral, para los no escépticos sólo muestra una forma alternativa de provocar la experiencia y que la pueden provocar aparatos externos aplicados de la forma adecuada.


LA DAMA AZUL
El caso que nos ocupa es el referido a María Jesús de Ágreda, conocida como la Dama Azul, por el color de sus hábitos, una jovencísima monja de clausura soriana, que a principios del siglo XVII, entre sus dieciocho y sus veintinueve primaveras, recorrió la distancia que separaba su convento de diversos parajes de los hoy estados norteamericanos de Nuevo México, Texas y Arizona en más de quinientas ocasiones.
La afirmación, por supuesto, forma parte de los enigmas que la Santa Inquisición se propuso resolver cuando, entre 1635 y 1650, se encargó de interrogar en profundidad a sor María Jesús de Agreda, eje de un sinfín de fenómenos extraños desde su más tierna adolescencia.

Algunos datos biográficos
Nació en Ágreda (Soria), un 2 de abril de 1602, donde fallecería un 24 de mayo de 1665. Es también conocida como La Venerable, Sor María, o Madre Ágreda. Fue monja concepcionista y escritora. Con tan solo veinticinco años fue nombrada Abadesa del convento de las Madres Concepcionistas de Ágreda. Es considerada una de las más grandes místicas de la historia de la Iglesia Católica.
Es, indiscutiblemente, la figura espiritual más interesante de la España del siglo XVII. Es el gran exponente de la espiritualidad del barroco, entonces en todo su furor. Sus valores humanos fueron extraordinarios. De ascendencia judía por vía paterna, fue de voluntad generosa, inteligente, imaginación creadora, gran capacidad de asimilación y facilidad para escribir. Su virtud ha sido reconocida por todos: oración intensa, penitencias, pobreza, caridad y celo apasionado por los demás, etc. Los fenómenos externos (por ejemplo, éxtasis) la hicieron pronto célebre. Sobre todo sus «apariciones» en Nuevo México y Texas, en donde evangelizaba y enviaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos («La dama azul de los llanos»). Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro.


La Inquisición tomó cartas en el asunto (1635), e hizo un proceso formal sobre el mismo (1649-50) con resultado favorable para la monja. La explicación no deja de ser complicada, pero los datos son serios e impresionantes.
En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.
El convento del que era abadesa era de su propiedad antes de cederlo a la Orden de la Inmaculada Concepción. En la iglesia del mismo se conserva su sepulcro y su cuerpo incorrupto. El convento alberga también el Museo Sor María Jesús de Ágreda en honor a "La Venerable".
Sus escritos son de tipo ascético y místico. Gran defensora de la Inmaculada Concepción de la Virgen, continua la corriente escotista iniciada por el teólogo y filósofo franciscano Juan Duns Escoto. Entre sus más importantes obras, la que más destaca es Mística Ciudad de Dios, publicada en 1670, y que fue prohibida por la Inquisición, pero después la prohibición fue levantada y ahora hay 173 ediciones en varias lenguas con Imprimatur de los Obispos Católicos.


Consejera de Felipe IV
En 1643, el monarca, a quien la crisis política de 1640 en Portugal y Cataluña había dejado sin su apoyo y valido de la primera parte del reinado, el Conde-duque de Olivares, se hallaba dubitativo ante la orientación que imprimir al reino. Visitó a sor María Jesús de Ágreda en el convento.
Tras unas horas de trato en las que el monarca le confesó que se sentía viejo y de poco provecho, le rogó que continuaran sus conversaciones por carta. La monja se convirtió en consejera no sólo espiritual, sino también política, del monarca. Aportando a muchas de las cuestiones que éste sometía a su consideración un gran espíritu de prudencia y sentido común.

Los hechos
El franciscano Alonso de Benavides cuenta en un documento hoy conocido como Memorial de Benavides, redactado en 1630 para conocimiento del rey de España Felipe IV, como en 1629, una expedición de franciscanos dirigida por él se adentró en el territorio de Nuevo México para llevar el Evangelio a los indios que allí habitaban... Esperaban encontrar una gran hostilidad, ya que los indios habían puesto en peligro varias intentonas anteriores, y sin embargo, se vieron sorprendidos al ser recibido con grandes demostraciones de fervor y alegría por parte de la nación jumana. Benavides entonces no acertó a comprender la razón de aquel comportamiento, ya que eran los primeros hombres blancos en pisar su territorio, a no ser que todo obedeciera a alguna suerte de intervención divina.

Ya estaban evangelizados
Y no se equivocaba, en el texto de su Memorial, en el epígrafe dedicado a la «conversión milagros de la nación jumana», unos indios que habitan cerca la actual localidad de Isleta Pueblo, describe como habían sido enseñados por una misteriosa Dama Azul (alusión a su hábito), quien siguió haciéndolo durante años y a quien, con el tiempo, los frailes terminaron identificando como Sor María Jesús de Ágreda, ya bien conocida en España por su santidad de vida, sus penitencias, éxtasis y levitaciones.


Cuando, en la iglesita de Isleta, los frailes mostraron a los indios diversos retratos de monjas, todos sin excepción señalaron espontáneamente a Sor María como "la mujer joven y hermosa vestida de azul que les había hablado de Dios".

Unos hechos investigados a fondo
El caso es que la monja, que allí nació y murió, jamás salió de su pueblo ni del claustro en el que había entrado a los dieciséis años cuando ella y toda su familia se constituyeron en congregación franciscana por directa petición divina a la madre de familia.
Ante la patente sobrenaturalidad de la bilocación, pues, el padre Benavides informó a sus superiores en México y el rey Felipe IV, y en 1630 se trasladó a España para conocer a la religiosa y conminarla bajo juramento a decir la verdad. Ella le confirmó que, efectivamente, era llevada por ángeles a países para ella desconocidos a predicar a Jesucristo entre paganos e idólatras y explicarles cómo llegar hasta los sacerdotes que pudiesen bautizarles. Todo ello, sin desatender su vida y obligaciones conventuales, en uno de los casos de bilocación más asombrosos en la historia de las experiencias místicas.
Pero Sor María no usó la bilocación solamente en el Nuevo Mundo. En 1626 convirtió a un mahometano encarcelado en Pamplona a quien predicó en su celda rogándole se bautizase. Cuando el musulmán llegó a Ágreda, trasladado por su señor, pidió el primer sacramento y explicó que una misteriosa monja le había introducido en los misterios de la fe. Para comprobar la veracidad de la historia llegó a hacerse, ante notario, una "rueda de monjas", y tres -entre ellas Sor María Jesús- descubrieron su rostro para que señalase a su visitadora, lo cual hizo sin dudarlo en cuanto la vio.
La Inquisición le abrió un proceso en Logroño en 1635 que en diferentes fases duró quince años y se saldó declarándola inocente.

El caso de María Jesús de Ágreda es extraordinariamente complejo. Como ya he apuntado, a sus bilocaciones o teleportaciones (en este caso en cuerpo y alma, ya que se dice que sor María Jesús se llevó consigo rosarios y cálices para instruir mejor a los indios), hay que sumar toda una serie de fenómenos místicos que vivió en los años posteriores, incluida la revelación de su citado libro Mística Ciudad de Dios, un compendio sobre la vida de la Virgen que recibió en estado de éxtasis y que llegó a escribir dos veces, después de que su confesor le ordenara destruir el primer manuscrito. El actor y director Mel Gibson tomó algunas de sus descripciones como referencia para su película La Pasión de Cristo (2004).
Quien desee ver a esta monja no tiene más que dirigirse a Ágreda. Lo hallará incorrupto en una urna de cristal que se exhibe en la iglesia del convento.