Curiosidades de la Historia: La verdadera Blancanieves

El famoso cuento de Blancanieves está inspirado en una persona real, ya que tienen muchos puntos en común con la historia narrada por los hermanos Grimm ¿quieres saber cuales son los más interesantes?
Gracias a la investigación del historiador de Lohr, Dr. Karlheinz Bartels, sobre el cuento de Blancanieves y los Siete Enanitos, la pintoresca localidad, a orillas del río Meno, en la Franconia alemana, puede sentirse orgullosa de haber visto nacer, en 1729, a Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal, personaje real que inspiró el literario de Blancanieves. Muchas evidencias y puntos de conexión con las características de Lohr y sus alrededores prueban, desde 1986, esta peculiaridad del famoso cuento de los hermanos Grimm; lo que hace que destaque frente a la mayoría de los relatos infantiles.

La genuina Blancanieves


En 1729 nació María Sophia Margeretha Catharina von Erthal, quien se piensa que es la verdadera Blancanieves.
Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal se crio en un castillo en Lohr, Alemania. Hoy en día este castillo es un museo en el que se puede contemplar un espejo que, se cree, el padre de María, el príncipe Philipp Christoph von Erthal, regaló a su segunda esposa. Aunque la relación entre Maria y su madrastra no fue tan sombría como en el cuento, los estudiosos, como el Dr. Karlheinz Bartels, creen que no fue una existencia fácil. Además la historia de Maria también cuenta con enanos, que eran los únicos hombres capaces de entrar por los túneles de la mina de Bieber.

El padre

El padre de la niña que, por diversas circunstancias, devino en la ficción Blancanieves, fue Philipp Christoph von Erthal, entre 1719 y 1748, Condestable del territorio de Kurmainz, en Lohr. Por sus dotes diplomáticas, viajaba frecuentemente como enviado en misiones especiales, una especie de ministro de Asuntos Exteriores del Ducado. Por eso, tuvo la oportunidad de relacionarse con emperadores, reyes y reinas de toda Europa. De ahí que, en el imaginario de los habitantes de Lohr, los “von Erthals” tuvieran todas las características de una familia real.
La residencia familiar era el castillo de Lohr. Tras la muerte, en 1741, de la madre de Maria Sophia, el padre se casó el 15 de mayo de 1743, con Claudia Elisabeth Maria von Venningen, nacida Condesa Imperial de Reichenstein.

Los siete enanitos

   
Se cree que la inspiración de los hermanos Grimm fueron las siete montañas llamadas Höhenwer, ya que cerca están las minas de Bieber (en California, Estados Unidos), donde en el año 1750 trabajaban unos 500 mineros.
Otra posibilidad es que “los siete enanitos que picaban y cavaban en busca de mineral”, fueran mineros de talla pequeña o, más probablemente, niños que trabajaban en las minas de Bieber, donde los mineros buscaban plata y cobre.
Sander coincide en que se trataría de niños desnutridos y envejecidos prematuramente por el trabajo en las minas de hierro, en este caso las de las propiedades de los Von Waldek. Debido a su pobreza, estos niños vestían largos abrigos y gorros muy parecidos a aquellos con los que se suele representar a los siete enanitos. Sander además asegura que a la condesa le gustaba jugar con estos niños con aspecto de enanos.

La personalidad de Blancanieves


María era muy querida en Lohr. Debido a las cualidades de Maria Sophia, la población de Lohr la había convertido en una especie de hada. El cronista de la familia Erthal, M.B. Kittel, describía a Maria Sophia como una joven noble y llena de virtudes, “un ángel caritativo y bondadoso”, “activo contra la pobreza y la indigencia” que demostraba “su amabilidad personal”. Para el “imaginario colectivo” de la población de Lohr y el Spessart, la niña de los Erthal representaba la imagen ideal de la hija de un Rey.
Otro hecho que hacía que el pueblo sintiese simpatía hacia Maria Sophia, a la vez que añadía crueldad al comportamiento de su madrastra, era la ceguera parcial que María Sophia padecía desde niña y que se debía a las secuelas de la varicela.
Estos hechos que, a lo largo de la historia no ocurren con frecuencia, debieron llegar a oídos de los hermanos Grimm que vivían cerca, en Steinau. Así, pocos años después de la muerte de Maria Sophia siguió la redacción y, al final de 1812, la primera publicación del cuento de Blancanieves y los siete enanitos.

La malvada madrastra


El padre de la Blancanieves real era Philipp Christoph von Ertheal, que tras la muerte de su primera mujer se casó con Claudia Elisabeth Maria von Venninger, Condesa Imperial de Reinchenstein. En Lohr, la familia von Ertheal eran de la más alta nobleza, de ahí que se pudieran comparar con reyes en el cuento. De hecho Claudia siempre beneficio a sus hijos frente a la Blancanieves real, pues su padre no solía estar mucho en casa.
La madrastra de Blancanieves, era de un carácter autoritario, aprovechó las frecuentes ausencias de su marido para favorecer a los hijos de su primer matrimonio. El hecho de que Philipp Christoph von Erthal no estuviera casi nunca en Lohr explicaría el evidente papel pasivo del rey en el cuento, según han concluido las investigaciones.

La manzana envenenada


Respecto a “la manzana envenenada”, la investigación de Bartels ha descubierto, citando bibliografía competente en la cual se describe el veneno, que la mitad de la manzana fue sumergida por la malvada madrastra en zumo de belladona, fruto que se encuentra también en el Spessart. Sus bayas contienen la Atropa Belladona utilizada, incluso a día de hoy, en medicina. Su narcótico produjo en Blancanieves una rigidez tal como si hubiera fallecido.

El sarcófago de cristal


Lohr es una ciudad donde se hace manufactura de vidrio, por lo que puede ser el origen de este elemento del cuento.

El Espejo Mágico


El “Espejo Mágico que hablaba” es una de las principales pruebas de que Blancanieves sería natural de Lohr. El impresionante y rico espejo de 1,60 metros de altura aún se puede admirar en el museo del Spessart, en el castillo de Lohr que perteneció a los padres de Blancanieves. El espejo procede de la Manufactura de Cristal de Lohr, fundada en 1698, que adquirió fama y prestigio en toda Europa, no sólo por su delicada y refinada artesanía, sino porque las materias primas que utilizaba para la fabricación del vidrio procedían - además de la propia región- también de España. En efecto, el carbonato sódico, conocido como ceniza de soda o sosa, era importado de Alicante, a orillas del Mediterráneo español.
El espejo fue un regalo del padre de Blancanieves a su segunda esposa y hablaba como muchos de los espejos fabricados en Lohr, sobre todo por las leyendas que figuraban en sus marcos, especialmente, a través de sus aforismos, pero también por sus curiosas propiedades acústicas, que hacen que, al hablar cerca de él, la reverberación haga que resuenen las palabras. La clara referencia a su egoísmo en el medallón de la derecha (se lee “Amour Propre”) debió de herir mucho la vanidad de la madrastra.

El pueblo


El investigador Dr. Karlheinz Bartels investigó a fondo el cuento de Blancanieves, y ubicó a la chica en el pueblo de Lohr, en la Franconia alemana, donde se dan muchas características del propio cuento.
Se han comprobado las referencias locales en el área de Lohr.
En la actualidad, Lohr, incluso, recibe el nombre de “la Puerta del Spessart”. El camino de huida de Blancanieves “sobre las siete montañas” era el Höhenweg, mencionado ya en el siglo XIV – la llamada “Wieser Straße”. Desde Lohr, a través de este trayecto, por las siete montañas del Spessart, se podía alcanzar el pequeño reino “de los siete enanitos”.

Las zapatillas de hierro


En el cuento original de los hermanos Grimm a la madrastra, al final del cuento y como castigo se le hace bailar con unos zapatos de hierro, hasta caer muerta. En Lohr había muchos herreros a causa de los minerales de hierro de la zona de Spessart.

El bosque de Spessart


El bosque donde huye Blancanieves de su malvada madrastra es el llamado Spessart, cerca de Lohr. Es una de las mayores extensiones de bosque homogéneo de Alemania.

Una segunda versión

Según el historiador alemán Eckhard Sander, Blancanieves era una joven condesa que se llamaba Margarethe Von Waldek que vivió en Alemania en la primera mitad del siglo XVI, en la misma época en la que el entonces príncipe Felipe II viajaba por esta zona del continente europeo para conocer los límites de su futuro reino y dicen también que buscando mujeres que satisficieran su deseo.
Margarethe era una joven de una belleza extraordinaria que murió envenenada por intrigantes de la corte del imperio, que evitaron así que se casara con el rey Felipe II de España.


Lo único que se quedo como cabo suelto debido a que Sander no explica es si el envenenamiento se produjo con una manzana, como se dice en el cuento, o se utilizó algún que otro brebaje.
Cuentan que el rey español, de facciones nobles, ojos azules y pelo rubio, era un joven introvertido al que casaron a una edad muy temprana con su prima María de Portugal, una joven que murió de parto poco después. Posteriormente, y por motivos políticos, su padre, el rey Carlos V, le obligó a contraer matrimonio con una tía suya once años mayor que él.
Fue entonces cuando Felipe II, hombre inteligente y aficionado a la belleza, tuviera una apasionada «historia de amor» con la condesa alemana, pero que fue truncada por intereses «políticos». Es un hecho real que tras viajar en su juventud por Flandes y Alemania, volvió a la península y no volvió a salir de ella, lo que de alguna forma demuestra que es una fantasía que reviviera a la princesa con un beso.
Los siete enanitos de la famosa historia también existieron, según Sander. El historiador afirma que todos eran niños desnutridos y envejecidos que trabajaban en las minas de hierro de las propiedades de los Von Waldek. Debido a su pobreza, vestían largos abrigos y gorros muy parecidos a los que siempre nos describieron o vimos en la película. Sander dice también que a la condesa le gustaba jugar con estos niños de rostro envejecido por culpa del trabajo, lo que hacía que parecieran enanos.

Más por saber…

Ahora busquemos un poco en la historia que crearon los famosos hermanos Jacob y Wilhelm Grima, Blancanieves no fue el primer nombre literario de esta princesa. El “Pentamerote” contiene un cuento en el que una hermosa niña de siete años, llamada Lisa, cae sin sentido al clavarse un peine entre sus cabellos. Depositada en un sarcófago de cristal (como Blancanieves), Lisa sigue creciendo (como Blancanieves, que también cuenta siete años al ser abandonada) y se hace cada día más hermosa. Una pariente, envidiosa de la belleza de lisa, jura acabar con ella (tal como la reina celosa decide matar a Blancanieves), y con este propósito abre el sarcófago. Pero al arrastrar a lisa por los cabellos, se desprende la peineta y la bella muchacha vuelve a la vida.
Según el presidente de la sociedad europea de cuentos, Heinrich Dickerhoff, la verdadera villana en la primera versión de Blancanieves era su madre biológica y no su madrastra, como precisó durante el congreso internacional que reunió a cerca de 400 filólogos, cuentistas e investigadores de este género en la ciudad alemana de Postdam.


           Fotograma del film español Blancanieves, de Pablo Berger

Según Dickerhoff, en la primera edición del cuento, titulado “la pequeña Blancanieves”, y publicado en 1812, la madre de la heroína desea tener una niña “blanca como la nieve”, su deseo se vuelve realidad, pero cuando su hijita se convierte en rival de su belleza y el espejo mágico declara que Blancanieves es mil veces más hermosa que la reina, los celos la consumen y ordena una espantosa muerte para su propia hija. Como para la sociedad europea de principios del siglo XIX la idea de una madre malvada y asesina no era aceptable, por lo que los hermanos Grimm, que nos trajeron hasta nuestros días ese cuento, decidieron autocensurarse y “reconvertir” la figura de la mala de la historia. En la versión de 1857, la hermosa y bondadosa reina muere en el segundo párrafo después del nacimiento de Blancanieves y su padre se casa de nuevo, dando paso a la figura legendaria de la madrastra que todos conocemos.
Pero en esta versión original no solo la madre mata a la hija, sino que lo hace de una manera digna de Lecter. La reina no sólo ordena la muerte de Blancanieves, sino que exige además que, como prueba, le presenten el corazón de la víctima. En el cuento alemán, la reina, creyendo que el corazón que le presenta el cazador es el de Blancanieves (en realidad pertenece a un jabalí) lo sala y llega a comérselo. Y en el cuento original la reina es obligada, al final, a calzarse unos zapatos de hierro al rojo vivo: presa de un espantoso frenesí, baila hasta morir.