Personajes con misterio: La gran dama de la Teosofía

A pesar de lo que parece, pocos conocen su historia y menos aún qué hay detrás de su nombre. Con este artículo me gustaría poder paliar en lo posible ese vacío en honor de esa persona singular que fue Helena Petrovna Blavatsky.  Nació en la noche del 30 al 31 de julio de 1831 en la ciudad rusa de Ekaterinoslav, situada en la orilla derecha del Dnieper. Dicha noche, por feliz coincidencia, está marcada -dentro del mundo ortodoxo- por ser la más propicia a los nacimientos extraordinarios. Sería algo así como la tradicional noche de San Juan entre los católicos.

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Su padre era Peter Hahn, descendiente de los von Rottestein alemanes y militar al servicio del zar. Su madre, Helena Andrevna, era de espíritu cultivadísimo y de ascendencia francesa, casó a los 16 años y once después moría dejando en el mundo dos hijas, la mayor de las cuales era Helena. Murió con fama de gran escritora y recibió el nombre de «La George Sand rusa» en feliz expresión del Beliwsky, el más considerado crítico ruso de la época.
La infancia de Helena estuvo marcada por coincidencias y casualidades que la hicieron centro de la atención de todos aquellos que la conocían desde el día de su bautizo en que el solemnemente ataviado pope saliera ardiendo por la imprudencia de una niña -tía no obstante de la bautizada- asistente a la ceremonia.  Su vida familiar fue difícil y ella misma diría que estuvo entre épocas de dureza y épocas de libertad coincidiendo las primeras con la presencia de su padre y las segundas con los miedos de sus ayas que atemorizadas le daban una total libertad de movimientos para evitar maleficios como aquél que provocara la muerte de un joven de 14 años ahogado en las misteriosas aguas del Dnieper.

El apellido Blavatsky

A los 16 años, H. P. B. contrajo matrimonio con un consejero de estado setentón de nombre Nicéforo Blavatsky. Fue un matrimonio según la norma usual de la época totalmente desfasado y de conveniencias, pero que la joven aprovechará oportunamente para evadirse de las cortapisas que entonces tenía toda señorita de cierta alcurnia en el hogar paterno. El caso es que la recién casada abandonó a punta de caballo el domicilio conyugal en el mismo viaje de novios según unos, o tres meses después según otros, dando comienzo sus aventuras por todo el mundo en las condiciones más curiosas.

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Esta época, como es fácil suponer, no se puede documentar en todos sus detalles, ya sea por la época, ya por la movilidad del personaje en la recientemente estrenada era del ferrocarril.
Una vez transcurridos los diez años de separación que la ley rusa exige para que sea legal el divorcio, volverá H. P. B. a la casa de su hermana, y, según el testimonio de ésta, la viajera estaba muy cambiada y hacía palpable la trascendencia de sus diez años fuera de Rusia.
No obstante no fue ésta la primera vez que H. P. B. salió de su patria, pues con anterioridad a su matrimonio había estado en viaje de instrucción con su padre en París y en Londres en el año 1854.

Controvertida vida amorosa

De esta fecha -contaba entonces 14 ó 15 años- y de las que siguieron a su fuga de la casa de su marido, proceden las acusaciones de haber sido la amante de un tenor, Mitrovich, y de un londinense, acusaciones éstas que son claramente calumniosas, pues al dejar a su marido, su mismo padre le proporcionaba dinero ya que éste le conocía bien y en el fondo, incluso es probable que no le disgustase quizá la extraña conducta de su hija.
Contra esta pretendida vida un tanto relajada de H. P. B. está además el incontrovertible testimonio médico que, junto con otros testimonios de amigos y conocidos, muestra su asexualidad. Textualmente este informe médico dice lo que sigue: «Elle souffre d'Anteflexio Uteri1, très probablement depuis le jour de sa naissance, car, ansi que l'a prouvé un examen minutieux, elle n'a jamais porté d'enfant ni souffert d'aucune maladíe de femme2».
(Ella sufre de “Anteflexio Uteri”, muy probablemente desde el día en que nació, porque, así como se comprueba en un examen minucioso, ella nunca estuvo embarazada ni ha sufrido de ninguna enfermedad de tipo ginecológico)
1 - “Anteflexio Uteri”, es la denominación latina de esta patología, en Español se traduce por “Anteflexión del útero”.
2 - “Maladie de femme”, literalmente “enfermedad de mujer” o “enfermedad inherente a las mujeres”, no se utiliza en español, por lo que se puede traducir como indico arriba o por “enfermedad ginecológica”.
Lo firma el doctor Leon Oppenheim en Worzbourg, el 3 de noviembre de 1885.
En estos diez años H. P. B. conoce Egipto, Asia Menor y Persia, reapareciendo en Europa en 1851 desde donde irá a Canadá bajando al golfo de México. Desde algún puerto sudamericano, El Callao quizás, llegará a Bombay a fines de 1852. Sube al Nepal en su segundo intento de visitar el Tibet y fracasa. Continúa viaje hacia Singapur y vuelve a Inglaterra y a los Estados Unidos, país este último que atraviesa de Este a Oeste así como antes hiciera de Norte a Sur. Tras unos dos años vuelve a la India desembarcando en Calcuta en 1855.

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Además del dinero que le envía regularmente su padre recibirá, estando en Estados Unidos, ochenta mil rublos de la herencia de una tía, dinero con el que intentará de nuevo llegar al Tibet, intento que nuevamente fracasará. Antes del año 1860 se presentó en su casa como se ha dicho más arriba.

Cuarto y definitivo viaje al Tibet

Siete años de descanso «aparente» con su familia, ya en Tifflis, ya en el Cáucaso o en Ucrania, fueron suficientes para asimilar toda la compleja experiencia acumulada en sus viajes. y se ha entrecomillado «aparente» porque estando en Rusia no dejará de hacer constantes viajes por las tierras cercanas al mar Caspio y al Negro donde, según propia confesión pudo desechar al fin, gracias a la protección -dice- de su maestro, la tara mediumnística, histérica y anormal que la había caracterizado desde su nacimiento.

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Hacia 1863-64 conseguirá en su cuarto y definitivo intento llegar al preciado Tibet. Este viaje es desconocido totalmente Y lo más probable es que lo hiciera por el interior. El caso es que de nuevo la encontramos en El Cairo con su maestro copto, que conociera en la misma ciudad en 1848.

Fundación de la Sociedad Teosófica

Va a Italia por Palestina y Grecia y lucha al lado de Garibaldi contra los Estados Pontificios, según conocida anécdota, siendo herida de muerte. De nuevo reaparece en El Cairo y en Suez en 1871, en Grecia al año siguiente, luego en Odesa y Francia de donde parte el 7 de julio de 1873 a Nueva York donde con el coronel Olcott y otros funda la Sociedad Teosófica el 17 de noviembre de 1875. Olcott será su acompañante y biógrafo fiel desde esta fecha.
Juntos van a la India en 1878 pasando por Inglaterra. Es una época tranquila y en soledad. Se supone que en esta época hizo algunos viajes de los que ni ella misma habla, a Ceilán y al interior de la India, y en los cuales basa Roso de Luna su teoría de que la novela «Por las grutas y selvas del Indostán» es fruto de experiencias reales, contra la opinión de la misma autora, que la considera como relatos simplemente novelescos.
Una vez que H. P. B. dominaba su mediumnidad, como hemos señalado, se dedicó al espiritismo debido a su rechazo total del materialismo que dominaba poco a poco las conciencias de los hombres de su época en base a un falso cientifismo. Por eso, Y sin previo aviso, marchó de París a Nueva York siguiendo la indicación de su maestro; y nos cuentan de este viaje una anécdota muy significativa de su carácter ya que al no disponer de más dinero cambió su billete de primera clase por cuatro de última categoría para que una señora con sus dos hijos, víctimas de un estafador, pudiera reunirse en América con su marido.

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Helena Petrovna Blavatskyt y Olcott, fundadores, junto a otros, de la Sociedad Teosófica

Si H. P. B. eligió América para sus prácticas espirituales fue sin duda porque allí era donde los primeros fenómenos de este tipo se estaban produciendo y analizando seriamente, intentando rebatir así algunos de los principios fundamentales del ciego positivismo materialista con algún incuestionable fenómeno de los que era capaz de producir.
En una ocasión en que fue a presenciar ciertos fenómenos producidos en una granja y que habían trascendido a la opinión pública, conoció al coronel Olcott, enviado especial a la sazón por la revista «New York Graphic» que llegará a ser el primer presidente de la Sociedad Teosófica que fundarán juntos poco después.
En América se acogió la llegada de H. P. B. y de otros orientalistas con gran interés pues se buscaba por entonces la fundamentación filosófica de tantos hechos aislados aparentemente incomprensibles producidos por el espiritismo. Tanto ella como Olcott considerarán después que el espiritismo había hecho un gran beneficio a la humanidad poniendo de manifiesto en aquella época los errores de las creencias materialistas. Pero una vez que el espiritismo había probado la existencia de fuerzas invisibles e inmateriales en la naturaleza, su misión concluía y no debía permitirse en opinión tanto de H. P. B. como de Olcott, que arrastrase a la sociedad al otro error, a saber, a la superstición y la magia negra. Contra este error se levantará la voz de la Sociedad Teosófica.

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           Símbolo de Helena Petrovna Blavatsky y la Sociedad Teosófica

El origen inmediato de esta sociedad hemos de verlo en la conciencia personal que tenía H. P. B. por haber sido elegida desde el encuentro que tuvo con su maestro en el lago «The Serpentine» de «Hyde Park» en Londres. Con Olcott y por expreso deseo de éste, habíase constituido el «Miracle Club», predecesor inmediato de la Sociedad Teosófica, que fracasó al igual que otro intento anterior llevado a cabo en Egipto en 1871.
En este momento pues, H. P. B. era en Estados Unidos la persona más instruida en ciencias ocultas y por propia iniciativa se propuso dar una dimensión filosófica al espiritismo como se ha dicho antes. En las revistas y periódicos del país se popularizó su nombre por la habilidad de sus respuestas y sus críticas constantes a escépticos y a enemigos de la Sociedad Teosófica. «Nosotros, -decía- somos espiritualistas, si queréis llamarnos así; pero no al modo americano sino según los antiguos ritos de Alejandría». Con esto diferenciaba el movimiento espiritista de moda entonces con sus verdaderas intenciones que se vinculaban con el espiritismo heterodoxo de todos los tiempos.

La personalidad de H.P.B.

Respecto a su personalidad, una vez encaminada su obra, tenemos el testimonio del coronel Olcott para quien era, en su misma expresión, «un viviente enigma». En su persona ocurrían constantemente fenómenos de lo más extraordinario, como cambios instantáneos del color del pelo y de la apariencia física ya como una joven, como una anciana e incluso como hombre con barbas.
Estando en América, y ya fundada la Sociedad Teosófica, tuvieron lugar las polémicas con Huxley, polémicas en las que H. P. B. dio muestras de unos conocimientos que nadie sabía de dónde ni cómo le venían, Spencer, Tyndall y muchas de las obras religiosas de la antigüedad son citadas por ella con rigurosa exactitud y, se supone, por inspiración desconocida, ya que es imposible de todo punto que una mujer con la nula formación que ella tenía, e incluso cualquier otra persona más cultivada, de su tiempo, hiciera tal número de citas en sus obras con total exactitud.

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Entre los fenómenos más habituales ocurridos estando Olcott presente tenemos los provocados por hipnotismo, como hacerse invisible a su vista. Ella llamaba a estas cosas «meras tretas psicológicas naturales» y las trataba más con desdén que con indiferencia, por eso quienes escribieron y dieron publicidad a estos fenómenos hicieron un flaco servicio al convertirse en material utilizado después para criticarla y para llamar charlatanismo a lo que era desinterés y preocupación por la humanidad.
Llegará a darse el caso de que muchos discípulos entusiastas de H. P. B. atraídos por sus cualidades mediumnísticas, se convertirán en sus peores enemigos más tarde por no haberles satisfecho sus deseos de cosas raras. En efecto, como dirá Olcott y como se ve leyendo su biografía, H. P. B. nunca se preocupó por evitarse enemigos igual que tampoco supo elegir a sus amigos. En la evolución de su personalidad hay que señalar una época: los cuarenta años. Hasta entonces, dirá ella misma, estuvo sumida en la más «crasa ignorancia». Ahora bien, una vez que se dedicó a escribir dio pruebas de una fecundidad tan prodigiosa y de una dedicación tan total que hay serias razones para pensar que algún fenómeno extraño le inspirase las palabras que ella pasaba al papel. Con frecuencia, por cierto, escribía por precipitación, es decir a distancia, fenómeno que considero no excesivamente extraordinario por cuanto que yo mismo he conocido a una persona que, a pesar de ser clérigo, también llevó a cabo ese experimento en su época de estudiante en Roma.

Isis sin velo

De esa época es la segunda obra de importancia de H. P. B .. En opinión de personajes tan ilustres como Roso de Luna su maestra llegó a América con tres objetivos principales: estimular y defender el espiritualismo, fundar la Sociedad Teosófica y escribir «Isis sin velo». Este libro será, junto con la «Doctrina Secreta» lo fundamental de las obras escritas por H. P. B. Y en opinión propia de la autora, estos libros fueran redactados por inspiración directa de los maestros.

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En 1876-77 sale «Isis sin velo» al público y fue un gran éxito provocando de inmediato agudas polémicas. No todo fue rechazo y así tenemos cómo científicos importantes del momento como Lay- man, John Draper y A. Russel Wallace elogiaron ampliamente la obra.
Después de la redacción de «Isis sin velo», H. P. B. y Olcott se separaron de los teósofos americanos y fundaron el centro de Adyar en la India, quedando el de Point-Loma en América con carácter independiente. Además de esta pequeña escisión hubo otras de tinte cabalista Y cristiano tal como será el posterior cisma de Rudolf Steiner con su Antroposofía, o la teosofía neocatólica de otros, etc.

Traslado de la Sociedad Teosófica a la India

Ya en la India, H. P. B. y Olcott se asientan en Bombay y tendrán una mayor aceptación en las clases sencillas que en las anglohindúes, por no haber guardado con la colonia europea las fórmulas de educación y cortesía propias de su reciente llegada a dicha comunidad. Sólo Mr. Sinnet, director largos años del periódico semioficial «The Pionner» les aceptó y quiso publicarles cosas estableciendo una permanente correspondencia con ellos.

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Estando en la India Olcott se convirtió al budismo y redactó un catecismo tan perfecto de esta religión que dio pie a la unificación del Budismo del Norte con el del Sur. La maestra, sin embargo, no cambió de religión y contra ella se dirigirán los ataques del clero cristiano misionero.

Curaciones inesperadas

H. P. B. se mantuvo durante cinco largos años en la India, estando en cuatro ocasiones muy enferma. Todo el mundo pensaba que se moría. En algunas ocasiones, incluso, diversos astrólogos clarividentes y ascetas coincidieron en ver el año 1878 como el año en que moriría. Estos augurios y otros más no tuvieron felizmente éxito alguno y en todas las ocasiones en que la enfermedad llevaba a la maestra junto a la muerte, algún desconocido llegaba dando el remedio inesperado y, tras un profundo sueño, curaba cuando todos creían ya definitiva su agonía.

La «Society for Phsyquical Reaserch» condena a H. P. B.

Los momentos de más agria crítica le vinieron a H. P. B. en 1884-85. Como dirá su sucesora en la presidencia de la Sociedad Teosófica, Annie Bessant, será para la maestra su «noche espiritual». «La condenaron sin oírla».
Los antecedentes fueron estos: La «Society for Phsyquical Reaserch» se fundó en Londres a raíz de los fenómenos físicos realizados por W. Crookes con una medium. Esta sociedad pretendía experimentar todo tipo de fenómenos espirituales e hipnóticos con un espíritu positivista excesivo, «deseoso de palpar lo intangible» como diría Roso de Luna. La Sociedad Teosófica comenzó, pues, sus reuniones con la «Society for Phsyquical Reaserch» (S. P. R). Esto fue un error, pues lo que fue una charla informal y unos fenómenos ingenuamente descritos se convirtieron en materia de detenido estudio sin aceptar ninguna réplica más escrupulosamente redactada. Pero esto hubiera hecho más difícil la labor de la S. P. R. y, como diría H. P. B. en carta a su hermana, dicha sociedad no podía aceptar los fenómenos descritos porque «Si tal ella hiciese tendría inmediatamente en contra suya toda la falange de doctores de la ciencia y de la teología».
Así pues, dicha sociedad encomendó a un tal Hudgson la investigación en la India de los fenómenos relatados por la Sociedad Teosófica, encargo que éste llevó a cabo según los más escrupulosos métodos policíacos sin tener para nada en cuenta las características de los hindúes ni las de la Sociedad Teosófica.
De aquí salió un informe a cargo de la comisión investigadora por el que se acusaba de impostura a una mujer «tenida en alto honor por gran multitud de personas de intachable conducta y que abandonó comodidades y fortuna para luchar entre privaciones y dicterios en favor de la causa teosófica durante largos años». En este caso, pues, se consideraron suficientes las afirmaciones del fiscal sin dejar defenderse a la acusada, lo cual es procedimiento algo raro por no decir totalmente injusto y propio de sociedades subdesarrolladas. Como muy bien comenta al respecto Jacque Bergier, que no es teósofo, a alguien le interesaba que las cosas fuesen así.

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Cartel de la película «Who are you Madame Blavatsky?», protagonizada por Irina Muraviova

Los testigos principales del informe de Hudgson eran dos profesionales del fraude y del engaño que acusaban a H. P. B. de haberles aceptado como cómplices, dato suficientemente revelador como para que podamos hacernos una idea de los pasos seguidos en su elaboración. Además Hudgson acusó también a la maestra de espía ruso por un manuscrito de tendencia pro-rusa que le encontraron, perteneciente a una de las traducciones que ella hacía de un libro para «The Pionner».
He aquí, pues, el rigor y la verdad de la acusación. No atendió en ningún momento Hudgson a la enseñanza tanto verbal como escrita en que H.P.B. manifestaba constantemente que el gobierno británico era mejor para los hindúes que lo que pudiera serlo el ruso, aunque, eso sí, ninguno de los dos fuese bueno.
La «Society for Pshyquical Reaserch» aceptó y dio por bueno el informe de su comisionado el 24 de junio de 1885 y en diciembre del mismo año lo publicó provocando de inmediato un movimiento crítico a favor de H. P. B. y numerosas adhesiones a la acusada en todo el mundo, a pesar de no tener la Sociedad por ella fundada ni un clero organizado ni una academia de estudios propios. En un folleto que la fundadora sacó a finales de enero de 1886 dirá claramente «no tengo gusto ni inclinación por ninguna clase de política, puesto que todas me son igualmente antipáticas hasta la exageración». Razón por la cual permaneció un tanto indiferente, aunque se grabara honda en su alma la ingratitud y, a veces, el desaliento.

«La Doctrina Secreta»

La polémica fue amplísima y, por otro lado, dolores de todo tipo se cebaban por entonces sobre H. P. B .. Los últimos cuatro años de su vida los pasó en Londres y, aunque con sufrimientos físicos y una sobreexcitación mental permanentes, logró escribir su obra principal, «La Doctrina Secreta», y tuvo también tiempo de apreciar el progreso de su causa y la seguridad de que sus libros y la Sociedad Teosófica por ella fundada, continuarían su memoria y le restituirían su lugar tan injustamente perdido, como una de las personas más interesantes de todo el siglo XIX.

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En 1885, en plena polémica, volvió por poco tiempo a la India y en 1887 fundará, ya de nuevo en Londres, la «London Loge» dedicando su tiempo a los centros que la Sociedad tenía repartidos en occidente, mientras que Oleott dedicaba su actividad a oriente. Se centrará, pues, el movimiento teosófico en la doctrina de los maestros que iluminaban a H. P. B. desde un principio en sus obras y, ya próxima a la muerte, en sus no menos fundamentales enseñanzas orales a discípulos y estudiantes de teosofía que alrededor suyo se agolpaban.
El 8 de mayo de 1891, cuando Oleott estaba en Adyar ocupado en estudiar la literatura oriental, H. P. B. moría en Londres apoyando suavemente la cabeza en su mesa de trabajo. Sus últimas palabras a quienes la rodeaban fueron: «Manteneos unidos para que no sea estéril mi última encarnación».
Un hermoso día de mayo los restos de la fundadora de la Sociedad Teosófica fueron depositados en un ataúd, completamente cubierto de flores y llevado al crematorio de Woking. No hubo ceremonia alguna previa, ni se llevó luto por haberlo ella expresamente prohibido. De esta manera dio fin a su actividad terrena. Sin escándalo. Sin lágrimas: Morir con sencillez es privilegio de almas nobles.

Jacques Bergier y H.P.B.

En líneas generales, vemos, que en la vida de H. P. B. no podemos por menos de aceptar un elemento común en el que coinciden todos, ya sean amigos o enemigos: era una mujer extraordinaria. El teósofo Roso de Luna dice que el concepto fundamental que la define es la sabiduría del alma. No era ni inteligente, ni bella, ni instruida. El alma no es exactamente inteligencia sino voluntad, Y ésta es amor. El resto es morralla a la hora cumbre de la muerte.
En un libro titulado «Los libros condenados», Jacques Bergier, dice que siendo Blavatsky una mujer inculta que leía novelas de ferrocarriles, y poco más, empezó a publicar sus libros en los que se ve una profunda cultura sin que nadie sepa de dónde viene, aunque quizás los años desconocidos de su vida pudieran ser la solución. Su cultura en estos libros va desde la lingüística, ya que es la primera en estudiar la semántica del sánscrito, hasta la física nuclear, pasando por todos los conocimientos de su época y de la nuestra, amén de algunas ciencias que están aún por inventar.

Jacques Bergier 
                                           Jacques Bergier

Las acusaciones de la «Society for Phsyquical Reaserch» para Bergier no son más que un intento para impedir que se propaguen ciertos secretos de interpretación por miedo a que pudieran resultar excesivamente subversivos para los intereses de los que él -no sin razón- llama simplemente «desconocidos», y digo no sin razón porque más de un investigador ha encontrado una misteriosa muerte por dedicarse a dichos estudios. En el caso de H. P. B. se trata de los comentarios -base de «La Doctrina Secreta»- que hizo de uno de los «libros condenados» citado por Bergíer, me refiero a «Las estancias de Dzyan».

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Realmente nada más salir el informe Hudgson al público hubo contestaciones y trabajos que echaban con total evidencia por tierra las acusaciones de que era objeto en dicho informe H. P. B., pero ya no había solución y estas contestaciones sólo las leyeron los que no precisaban leerlas para saber que el informe era falso. La propaganda y el dinero estaban en poder de aquellos que buscaban el desprestigio de la fundadora de la Sociedad Teosófica, y lo que el gran público conoció fue sólo el informe Hudgson.
La acusada quedó mortalmente herida al ver cómo, después de una infatigable vida en favor de la teosofía, al final todo se le venía encima. Para Bergier «En el campo de la guerra psicológica, la operación montada contra Madame Blavatsky fue una verdadera obra maestra». Y sigue: «Esta conspiración demuestra, por otra parte, que existen ciertas organizaciones contra las que no sirven ni la protección del Presidente de los Estados Unidos. El resultado era incontestable. En el terreno político el éxito de Madame Blavatsky debía alcanzar una victoria total: Mohandas Karamchand Gandhi reconoció que debía a Madame Blavatsky el haber encontrado su camino, la conciencia nacional, Y que, gracias a ella, había conseguido liberar a la India».
Otra nota más a favor de esta mujer excepcional la tenemos en el hecho de que en «Isis sin velo», cita unos cuatrocientos libros que no poseía. Y las citas son correctas. En «La Doctrina Secreta», este caso es aún más frecuente aparte de que su interés develador es mayor por el comentario de «Las estancias de Dzyan» que lleva a cabo la autora y del cual nos queda la duda de saber si es o no es el que ella escribiera, ya que contra él iban los ataques principales de sus enemigos. Para los escépticos en la cuestión de los «libros condenados» de que habla Bergier, les recomiendo que lean su trabajo en el cual con fechas y citas textuales se nos narra someramente la historia de algunos de esos libros que son los más desconocidos a pesar de ser también -quizás- de los más importantes.

Conclusión

En la biografía de H.P.B., y hasta que murió, pueden distinguirse tres períodos que van paralelos a los de la Sociedad Teosófica, que ella fundó.
1.-Recurso a los poderes ocultos para llamar la atención de la gente contra el materialismo positivista del XIX.
2.-Período literario: H. P. B. escribe « Isis sin velo», funda la revista «The Teosophist» Y el boletín «Lucifer». Es un momento de constantes controversias Y tiene su cumbre en «La Doctrina Secreta», libro de texto del ocultismo por excelencia.
3.-H. P. B. como guía. Si antes enseñaba filosofía y ciencia, ahora enseñará ética y religión. publica «La voz del silencio», pequeño tratado místico. En esta época, sobre todo sus últimos cuatro años, se rodeará no de curiosos, sino de estudiantes ansiosos de aprender, ayudar y trabajar. De éstos saldrá el «A memorial Volume to H. P. B.», en homenaje a su labor. Frente al activismo de Olcott en oriente, convertido al budismo, H. P. B. reafirmó esta nueva línea más privada y espiritual llegando casi a la ruptura con su colaborador y amigo. Podemos decir que la H. P. B. de Avenue Road en Londres era muy distinta a aquella de Nueva York con Olcott.
Como punto final diremos que la Sociedad Teosófica actualmente ha seguido la línea de H. P. B.
Con Fullerton podemos decir que, «el nombre de una mujer que fue capaz de despertar un movimiento basado en ideas universales, no puede, pues, ser relegado al olvido».

Obras de Helena Petrovna Blavatsky:

•    Isis sin velo
•    La voz del silencio
•    La Doctrina Secreta
•    Por las grutas y selvas del Indostán
•    Gemas de Oriente
•    La clave de la Teosofía
•    El país de las montañas azules
•    Glosario Teosófico
•    Orígenes del ritual en la Iglesia y en la Masonería
•    Ocultismo práctico
•    Gemas de Oriente
•    Diálogos de la Logia Blavatsky
•    Narraciones ocultistas y cuentos macabros