Los artesanos imposibles


La quimbaya fue una etnia y cultura indígena colombiana famosa por su producción de piezas de oro de alta calidad y belleza.
Los artefactos Quimbaya, fueron antiguamente llamados "Pájaros del Otún" ya que el primero se halló cerca de la rivera del Río Otún en la provincia de Risaralda.

Localización Quimbaya

Cuando llegaron los españoles, la cultura Quimbaya estaba localizada, como aún hoy sus restos, en el interior y alrededor de lo que hoy se conoce en Colombia como el Eje Cafetero, en los departamentos de Caldas (sur: Chinchiná, Palestina, Villamaría, Manizales), Risaralda (sur: Pereira, Marsella, Santa Rosa) y Quindío (norte: Armenia, Quimbaya, Montenegro, La Tebaida, Salento, Circasia) en los municipios de Cartago y Obando, al norte del Valle del Cauca, que se abre entre cumbres que alcanzan los 5.000 metros de altura al noroeste de Colombia. Aquellas tierras -hoy pobres, grises, casi muertas- eran un hervidero selvático rico, verde y vivo en el año 1540, cuando a aquellos lares llegó el conquistador español Jorge de Robledo.


Para los indígenas que las ocupaban, y que llevaban siglos abocados a una permanente decadencia, la entrada de los colonizadores fue la más terrible de las desgracias que podría haberles ocurrido.
Los nativos, en su huida, se replegaron hacia las montañas con fardos de oro, su único bien desde tiempos que se pierden en la memoria. Sus ancestros lo habían trabajado como muy pocos lo lograron hacer después. En cambio, los nativos del siglo XVI no supieron hacerlo con la misma maestría, lo cual, por supuesto, no fue óbice para que quisieran proteger el oro, el que ellos moldeaban y el que antaño sus antepasados habían tratado con la destreza de las divinidades. Guardaban entre sus reliquias piezas curtidas sabe Dios cómo. Piezas maravillosas que se mantuvieron lejos de la larga mano española y de la de otros pueblos locales, con quienes entraron en conflicto al abordar los territorios que alcanzaron al huir de los conquistadores.
Afortunadamente, los tesoros, durante un largo tiempo, quedaron a salvo.
Paradojas de la historia, 140 de las piezas de oro de los antiguos Quimbaya que burlaron la sangría española, llegaron a nuestro país en 1892 para ser expuestas durante los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento. Años después, el gobierno colombiano las donó a la Corona española para irritación local. Hoy están en Madrid, en el Museo de América, tan brillantes y seductoras como lo fueron en aquella época.
Los más antiguos ocupantes de la región Quimbaya desaparecieron hacia el siglo X y se conoce muy poco sobre ellos. La orfebrería finamente desarrollada que se ha encontrado de los Quimbaya indica que desde una época muy antigua poseyeron un alto desarrollo cultural.
En Colombia aún las lloran, al tiempo que recuerdan a los Quimbaya y buscan pistas sobre tan enigmáticos nativos.
Para encontrarlas, es necesario remontarse a hace nueve mil años, cuando los primeros cazadores-recolectores llegaron a aquellas tierras. Milenios después, en el valle de Cauca aparecieron varias culturas, entre ellas, la Tolima y la Calima. Al tiempo, surgieron otros pueblos que nos resultan más desconocidos. Entre ellos estaban los Quimbaya, sobre los que tan pocas cosas sabemos.

El patrimonio Quimbaya

Viviendo en un benigno clima templado pudieron cultivar una gran variedad de productos: maíz y yuca, como base alimentaria, aguacates, guayaba y guaba. Se nutrían también de la pesca y caza, y eran excelentes apicultores, con lo que la miel de abejas no faltaba en su alimentación.
Eran también intensos cazadores. La caza les proporcionaba carne de conejo y de venado en abundancia, pero también, que se sepa, cazaron zarigüeyas, dantas, armadillos, zorros y pecaríes, entre otros animales cuyos vestigios han sido hallados.
La minería era fundamentalmente aurífera. Desarrollaron técnicas de metalurgia avanzadas para procesar el oro de un modo colmado de estética y finos acabados. Las abundantes piezas quimbayas que se han encontrado son motivo de admiración para los visitantes de incontables museos colombianos y extranjeros; el nombre «Quimbaya» se ha convertido en un término tradicional genérico para referirse a muchas de las producciones y objetos encontrados en esta zona geográfica, así no provengan rigurosamente de la etnia misma y provengan de diferentes épocas en el tiempo.
«Quimbaya» es un término ya mundial e históricamente famoso en los círculos arqueológicos e incluso a nivel popular.
Como industriales se destacaron además de la producción de piezas de orfebrería, en la fabricación de aceite para alumbrado, y en su industria textil, de la que no han sobrevivido piezas dadas las pobres condiciones geológicas para su preservación. La confección de mantas de algodón era en realidad su principal industria.
Como comerciantes intercambiaban sus piezas de orfebrería, mantas, textiles y oro, con pueblos del vecindario y aun lejanos. Para destacar, está también la explotación y el comercio que hacían con la sal, extraída de los ríos mediante técnicas de ebullición de agua bajo el fuego.


Conocimiento

Algunos estudiosos califican a los Quimbaya como seres perversos  y se discute si los Quimbaya practicaban la antropofagia ritual con sus enemigos de guerra, en festividades o celebraciones muy especiales. Este canibalismo tenía significados simbólicos relacionados con la derrota y venganza de sus enemigos o con la apropiación del espíritu de la persona. Sin embargo, en el caso de los Quimbaya, las crónicas que se refieren el canibalismo se basan en un solo testimonio sobre dos supuestos casos. Exhibían cabezas humanas como trofeos colgadas de cañas en la plaza. Durante la conquista intensificaron esta práctica para infundir temor en los conquistadores.
Prestaban mucha atención a sus prácticas funerarias, y las construcciones de tumbas Quimbaya testimonian esta afirmación pues, en verdad, elaboraron una enorme variedad de tumbas diferentes de acuerdo con lo específico de cada entierro, en el que siempre se incluían las ofrendas que habrían de acompañar al difunto en su paso a la otra vida, incluidos víveres y armas para hacérselo más fácil. En las tumbas también enterraron la mayoría de los objetos de oro precolombinos, elementos personales del muerto y algunos otros elementos sagrados. Creían que todos los cuerpos resucitarían.
Una de las actividades que más famosos ha hecho a los Quimbaya es su lujosa orfebrería, que goza de una increíble belleza a la vez que de una técnica perfecta.


Desarrollaron sistemas de metalurgia para combinar cobre con el oro que no abundaba en su región (a diferencia de otras zonas del país). Esta combinación de oro y cobre, llamada «tumbaga», no restaría para nada el atractivo, brillo y durabilidad de sus magníficas piezas, de una vivacidad espectacular. Una de ellas muy popularizada son los famosos «poporos». Su orfebrería es de la más importantes de América dada la exquisita belleza de las piezas expresada mediante muy bien desarrollados métodos metalúrgicos.
Su cultura la forma de fundir el oro para obtener el grado exacto de oro y cobre para mantener una pureza alta, aun se desconoce como se logró tal calidad ya que necesitarían hornos que alcanzarían los mil grados para fundir estas piezas.

Estructura social de los Quimbaya

Apenas hemos adivinado, gracias a las tumbas que han desenterrado los arqueólogos, que era un pueblo clasista, con grandes diferencias y partido en dos; a un lado, los esclavos, y al otro, los caciques, organizados en cacicazgos; cada uno compuesto según se estima por 200 súbditos. Se calcula que los cacicazgos se aproximaban a cien y se confederaban en juntas, para la economía o la guerra.

La conquista española del territorio Quimbaya

La conquista española del territorio Quimbaya comenzó en 1539 y sometió a los indígenas al servicio de los encomenderos. En 1542 se produjo la primera rebelión Quimbaya y en 1577 la segunda, que llegó a adquirir mayores dimensiones. Derrotadas estas se produjo una continuada disminución de la población Quimbaya, de manera que para 1559 ya había desaparecido por lo menos el 55% de los cacicazgos. Los trabajos forzados, la desnutrición, las enfermedades y finalmente la guerra de los pijaos contra los españoles, de la que fueron víctimas, terminaron de diezmarlos, de manera que el último censo de los Quimbaya, en 1628, registró apenas 69 tributarios, en una zona donde en 1539 se registraron 20 mil.
Pese a todo y al desencuentro entre unas y otras versiones, los Quimbaya, que comenzaron su madurez como cultura hacia el año 500 a.C., se mantuvieron en la brecha del crecimiento durante más de un milenio. A partir de ahí fueron perdiendo sus capacidades para la orfebrería y luego llegaron los españoles. Ahí acabó todo.

El gran misterio

Trabajaban el oro empleando técnicas sólo equiparables a las de los orfebres del pasado siglo XX. Y cuando lo hacían, los quimbayas representaban seres de lo más extraño.


Entre los huaqueros y las trampas que ellos mismos pusieron, poco sabemos sobre su "edad de oro", aunque nos podemos atrever a estudiarlos gracias a sus obras, pese a que muchas de ellas fueron pasto de los traficantes, que las fundieron y redujeron a lingotes. Otras, afortunadamente, se conservan en unas pocas colecciones localizadas en Colombia y, fundamentalmente, en España, donde encontramos máscaras, joyas y estatuillas.
Muchas de esas figurillas representan seres humanoides, que se supone han de ser "retratos" de ellos mismos. La morfología que presentan es sorprendente. Parecen estar en actitud extática, quizá fruto de que se encontraban bajo los efectos del consumo de la coca, lo que no es de extrañar, ya que en toda América, y desde hace milenios, sustancias naturales con propiedades alucinógenas se han utilizado en rituales para entrar en comunión con la divinidad.


Más raro es el aspecto que presentan. Si miran sus rostros y no les confiesan a quiénes representan, dirían que se trata de hombres de origen asiático, más concretamente hindú. El problema es que nativos de lo que hoy es la India y otros países del entorno nunca llegaron hasta América.


Investigadores como Heine Geldern han identificado influencias orientales en muchas de las piezas, que llegaron a inquietar a estudiosos tan polémicos como el mismo Erich von Daniken, que creyó ver en ellas el toque de alguna fuerza exterior al planeta. Y a Daniken no se le puede quitar parte de razón: algunas figurillas humanoides de los quimbayas están rematadas por un casco irritantemente parecido al de los modernos astronautas.
De hecho, no olvidemos que a la cultura Calima, que compartió con los Quimbaya las mismas tierras, se atribuye la confección de unos enigmáticos aviones miniaturizados -de oro, por supuesto- que han sido probados en túneles de viento, revelando que presentan una forma aerodinámica perfecta y capacidades aptas para el desplazamiento aéreo.


Entre las muchas cosas que desconocemos de los Quimbaya se encuentra la técnica secreta de la que eran depositarios y gracias a la cual trabajaban el oro. Sus figurillas son de una sola pieza... Nuestros joyeros, aún en pleno siglo XXI, no han sido capaces de imitarlas, y para aproximarse al terminado que ellos lograron, habría sido necesario trabajar con la ayuda de una tecnología que, si bien hoy estamos en disposición de utilizar, cuesta pensar que los Quimbaya hubieran desarrollado hace entre mil y dos mil quinientos años.
Los análisis efectuados sobre las piezas han revelado que aquella cultura dominó la llamada composición eutéctica, que también es conocida como la "aleación perfecta": un 81,5 por ciento de oro y un 18,5 por ciento de cobre. Esta aleación proporciona a las piezas una dureza extrema, que para lograrla requiere el empleo de poderosos hornos que deben calentar el metal por encima de los l.000 grados...
Ellos lo lograron hace más de mil años, pero ¿cómo? A esa cuestión no podemos responder, porque esa aleación y esa temperatura para trabajar las piezas es un logro del pasado siglo XX.
¿Habrá que reescribir la Historia?


NOTA: Algunos datos para la realización de este artículo han sido tomados de Wikipedia