Hombres salvajes en los Pirineos






Javier Resines (ESPAÑA)






La gran cantidad de testimonios recogidos desde hace siglos sobre la posible presencia de hombres salvajes en nuestro planeta, nos hace plantearnos si las leyes de la evolución formuladas por Charles Darwin hace casi 180 años no estarán equivocadas o  si–al menos- no tendrán algún cabo pendiente de ser atado.

Reductos neandertales, híbridos de otras especies, nuevas evoluciones desconocidas hasta ahora por la Ciencia,...  ¿quién sabe? La realidad es que continuamente nos llegan  noticias de posibles nuevos homínidos y de evidencias en forma de huella, fotografía e –incluso – de encuentros con uno de estos escurridizas criaturas.

Los testimonios suelen llegar desde el Himalaya o de remotas zonas boscosas de Norteamérica o de Siberia, lugares idóneos donde tener la sensacional y quién sabe si peligrosa experiencia de toparse con un bigfoot. Lo que seguramente muchos desconocen es que aquí, dentro de nuestras fronteras, también es posible encontrarse con nuestro particular hombre salvaje.

Contamos con decenas de testimonios que así lo afirman y que nos permiten aventurar que el hábitat principal de estos supuestos homínidos se situaría en una imaginaria franja que va desde el País Vasco hasta el litoral catalán, salpicando de encuentros ambos lados de la frontera con nuestra vecina Francia.

Los Pirineos albergan los glaciares cuaternarios situados más al sur de Europa, bosques que aún no han sido hollados por el pie del hombre, nieves perpetuas y, en determinadas zonas, una intrincada red de galerías subterráneas que pudieran permitir la existencia de pequeñas comunidades bien adaptadas al terreno y aisladas de la civilización. La cordillera parece que esconde un enigmático tesoro en forma de piegrande en sus valles y montañas, un pequeño reducto de seres que han quedado desgajados del guion general de la evolución.

País Vasco. La historia de Basajaun

Comenzamos buscando las huellas de nuestro particular hombre salvaje en el País Vasco y Navarra, una tierra donde es conocido con un nombre propio, Basajaun, el señor de los bosques.

Es descrito como un hombre o una especie de simio de estatura gigantesca, cubierto de pelo y muy ágil. Dotado de gran fuerza física, se dice que -en ocasiones- sus pies pueden tener una forma más o menos circular,  recordando a las pezuñas de las terneras. No se le describe como peligroso para el hombre, más bien todo lo contrario: poseería un carácter generalmente amable.

Los pastores –dice la leyenda que le acompaña- conocen su presencia porque el ganado hace sonar entonces al unísono los cencerros, señal de que pueden descansar tranquilos, pues este espíritu velará por su descanso. El folklore vasco también atribuye a este ser la transmisión a los hombres de los secretos de la agricultura, el trabajo en hierro y la construcción de determinados utensilios, como la sierra y el molino, entre otros avances. Además, también parece tener ciertos poderes para controlar las fuerzas de la naturaleza, como si de un ser sobrenatural se tratara.

Hasta aquí la fábula, las historias que los abuelos cuentan a sus perplejos nietos. Pero nos preguntamos si Basajaun ha podido ser, o sigue siendo aún, una criatura real. O, por el contrario, sólo es una figura creada para explicar de un modo fantástico  hechos desconocidos por el hombre, como el nacimiento de la agricultura, por ejemplo.

Su detallada descripción y su similitud con algunos antepasados del hombre moderno han hecho pensar a algunos heterodoxos que puede haber una base real en su existencia. En ocasiones, la realidad supera a la ficción, no lo olvidemos. Basajaun puede ser el recuerdo de una época en la que existían neandertales habitando en el País Vasco. Se sabe que éstos llegaron a convivir durante unos 10.000 años con el homo sapiens. Es posible que los antiguos habitantes de la cornisa cantábrica hubieran visto y convivido – de algún modo – con esa raza. Se trataría de un grupo humano al que considerarían superior, tanto por su fortaleza física como por sus habilidades, como así parecen demostrar los hallazgos arqueológicos encontrados.

Los neandertales desaparecieron hace treinta o cuarenta mil años, coincidiendo con la invasión de poblaciones de homo sapiens procedentes de África. Uno de los últimos reductos neandertal fue, precisamente, la zona norte peninsular y los Pirineos. ¿Se encuentra el origen de la leyenda de Basajaun en el intercambio cultural entre neandertales y sapiens? Y más aún... ¿es posible que algún grupo neandertal haya podido sobrevivir hasta época más o menos reciente? Sabemos que la pregunta es peliaguda…

La primera mitad del pasado siglo XX nos sorprendió con algunos testimonios sobre encuentros con este homínido. Así, en 1920, el antropólogo vasco José Miguel Barandiarán aseguraba que había basajaun en los alrededores de Azkoaga, en la provincia de Guipúzcoa. Años más tarde, el también antropólogo y etnógrafo  navarro José María Satrústegui recoge varios casos en su libro Mitos y creencias. En esta obra narra cómo varios pastores de Valcarlos y Ondarrola afirmaban haberlo visto. También un anciano agricultor le contó que estos seres solían ir a su caserío en Aitzurre, aunque hacía tiempo que ya no los veía. Otros testimonios le confirmaron el avistamiento de una cría de esta especie a la entrada de la cueva de Mailuxe. Como curiosidad, el pequeño ser -que estaba dormitando al sol- tenía el pelo muy rubio.

Irati y Pirineos occidentales. El caso de Peña Montañesa y las expediciones francesas a Bielsa

Dejamos atrás el mundo semimágico de Basajaun y continuamos nuestra particular búsqueda del hombre salvaje en dirección este, hacia el Pirineo aragonés y navarro. Allí, entre cumbres y valles, recogemos testimonios del encuentro con seres que parecen estar muy cerca de nuestra humanidad, mucho más de lo que ningún otro homínido conocido pueda estarlo.

Uno de los casos paradigmáticos de contacto con hombres salvajes en estos parajes se produjo el 4 de mayo de 1993 en la zona conocida como Peña Montañesa, en Huesca. Ese día, un grupo de seis leñadores se encontró con un extraño ser de 1,70 metros de altura que mantuvo una actitud poco amistosa hacia ellos.


                           Mapa de orientación del valle de Bielsa

Según manifestó a la prensa Manuel Cazcarra, uno de los trabajadores, su grupo se encontraba cortando árboles cuando "en torno a 15:45 horas, de repente escuché gritos, gritos agudos que se parecían a los de las cabras salvajes. Pensamos que alguno de estos animales se habría caído de un acantilado y me acerqué a ver qué había sucedido. Y cuando lo vi, estaba encaramado en un pino, aferrándose a una rama con las manos y los pies. Gritó. La distancia que nos separaba de la criatura era de unos 90 metros. Llamé a mis compañeros para que vinieran a ver y el primero que lo hizo fue Ramiro López, que llegó a tiempo para ver cómo el ser descendió del árbol para esconderse detrás de un arbusto grande. El resto de mis compañeros también llegaron pero, desafortunadamente, no lo pudieron ver. Sin embargo, tuvieron que evitar un tronco que iba hacia ellos, sin duda lanzado con violencia por parte del hombre-mono".

¿Un hombre salvaje en Huesca? Cazcarra y sus compañeros estaban acostumbrados a ver osos y todo tipo de animales por la zona, aunque lo que observaron aquel día no se parecía a nada que ellos conocieran. Cuando el principal testigo del suceso fue preguntado si había notado algo extraño u otras señales en los siguientes días, respondió que "unos días más tarde se encontró que la ventana de uno de nuestros vehículos Land Rover estaba rota, al igual que hace unos días, un camión oruga había sido medio destruido." 

Días después, una patrulla de la Guardia Civil, encontró extrañas huellas en el suelo que semejaban a las dejadas por un pequeño pie descalzo. Aunque no pudieron determinar a qué animal pertenecían, la versión oficial estableció que fueron causadas por un oso escapado de una reserva natural cercana…

Se da la circunstancia que en la misma zona y tan sólo un año después, a finales de la primavera de 1994, el testigo Juan Ramón Ferrer se encontró también con algo sorprendente, un ser que describió como un hombre-mono de pequeño tamaño, dotado de largos brazos, que emitía un fuerte olor y que también estaba encaramado a un árbol. ¿Se trataba del mismo hombre en ambas ocasiones?

Fue precisamente el conocimiento del caso de Peña Montañesa el que animó a un grupo de exploradores franceses liderados por Florence Barrère  y los hermanos Philippe y Jean Luc  Coudray a lanzarse en busca de evidencias que pudieran demostrar la existencia de hombres salvajes en el Pirineo franco-aragonés. Los expedicionarios organizaron diversas expediciones entre agosto de 2007 y octubre de 2009, recogiendo interesantes datos tanto en la zona de Bielsa, Huesca, como en el bosque de Irati.

Irati es una amplia zona boscosa que abarca una extensión aproximada de 20.000 hectáreas situada entre Francia y España, aunque el 90% de su territorio se encuentra en suelo navarro. Se trata del mayor hayedo de Europa, un lugar casi virgen y escasamente poblado que entró a formar parte de la historia de la criptozoología allá por 1774, cuando el ingeniero de la Marina francesa David Leroy supo de la existencia de un curioso ser alto, peludo como un oso, de unos treinta años de edad, alegre y de buen carácter que vivía en el bosque. Probablemente no fuera sino un niño salvaje criado entre animales, una especie de Kaspar Hauser de los Pirineos, pero curioso, al fin.

En agosto de 2007, Florence Barrére se encontraba en dicho bosque buscando localizaciones para un proyecto de cortometraje sobre la caza del rebeco pirenaico cuando, junto a sus acompañantes, pudo escuchar un grito de una potencia inusual con una duración aproximada de sesenta segundos y que se repitió cinco minutos después. Se trataba de un sonido semihumano, similar a los escuchados en diversos lugares de Norteamérica y que han sido atribuidos al bigfoot.

Animados por ello, regresaron al lugar hasta en tres ocasiones más en busca de nuevas evidencias. No volvieron a escuchar el temible grito pero lo que encontraron les resultó sorprendente. En julio de 2008 descubrieron la entrada a una cueva (cuya entrada había sido disimulada con hojas de haya) en la zona de Uthurkokotcha, un lugar idóneo para la pervivencia de hombres salvajes debido a su especial situación de aislamiento y a sus conocidas redes de galerías subterráneas.

Como comentábamos, el caso de Peña Montañesa sirvió de acicate a los investigadores franceses para intentar el más difícil todavía, avistar al posible hombre salvaje de los Pirineos. Con esta intención, los hermanos Coudray visitaron la zona de Bielsa en dos ocasiones, en los veranos de 2008 y 2009. Bielsa es una pequeña población situada en la entrada al valle de Monte Perdido, en la provincia de Huesca. En este caso, también nos encontramos en una zona de muy baja densidad de población, en un típico y húmedo valle de los bosques pirenaicos con árboles frondosos y arbustos mezclados con coníferas.

Los hermanos Coudray localizaron una serie de extrañas construcciones hechas con ramas de árbol a lo largo de la carretera que une los municipios de Bielsa y Espierba. Se trata, a todas luces, de estructuras artificiales en forma de cruz, con diversos trenzados, que no se han podido formar por azar, similares a las encontradas en diversos lugares de Norteamérica y Siberia y atribuidas a bigfoot y almas. Un año después, cuando regresaron a la zona, las construcciones habían desaparecido, aunque encontraron otras nuevas, en forma de estrella, muy toscas, que también les resultaron extrañas.

Pero lo que más les llamó la atención fue el descubrimiento de una serie de huellas en los alrededores de Espierba, lo que no hizo sino aumentar la posibilidad de un fantástico encuentro con lo desconocido. El rastro correspondería a un animal bípedo, que camina con los pies descalzos, poseedor de  una gran zancada y -por estimación- de una considerable estatura. ¿Qué criatura podía haber dejado ese inusual rastro? ¿Un homínido desconocido? ¿Un excursionista con ganas de gastar una broma? Inquietante.

Cataluña. Simiots y nonells de la neu

La geografía catalana es especialmente propicia para la magia, para la imaginación, para lo fantástico… y no iba a ser menos en lo referente a la posible presencia de hombres salvajes en sus tierras. Aquí también es conocida desde hace siglos la presencia de  simiots y nonells, la versión local de bigfoot.

Para comenzar a hablar de los simiots nos introducimos apenas diez kilómetros en nuestro país vecino, justo en la vertiente opuesta al Pirineo gerundense. Allí, en la localidad francesa de Arlés-sur-le Tec, las noticias acerca de la existencia de estos seres se remontan al lejano siglo X.

Según la tradición, la criatura es descrita como semejante a un mono, una especie de híbrido entre simio y hombre, con cuernos, pies acabados en pezuña o garra, muy peludo y ciertamente desagradable. Hicieron su aparición en el Rosellón y el valle del Tec alrededor del año mil, atacando a la población local en medio de una época de severas desgracias en forma de sequías y temibles granizos. Al parecer, cientos de campesinos –especialmente niños- fueron secuestrados y devorados por estos terribles seres.

Ante esta situación, Arnulfo, el abad de Arlés, parte a Roma en busca de ayuda. Le recibe el Papa Juan XII y regresa a la población con las reliquias de los santos Abdón y Senén con cuya sola presencia –según la tradición- logra ahuyentar a las bestias.

En Arlés aún perviven las huellas de la lejana presencia de los simiots, recordados con una calle en su honor situada tras la iglesia de Santa María. En la puerta principal de este templo, fundado en el año 778, también podemos ver a dos de estos seres esculpidos en piedra devorando a varios niños. En el interior, en uno de los armarios que guarda la reliquia de los santos protectores de la villa, también se encuentra una pintura fechada en el siglo XVI que representa a un extraño ser bípedo que es tomado por un simiot.

La de Santa María no es la única evidencia gráfica de la existencia de estos hombres-mono. En las iglesias de Saint-Sauveur d'Arles y de Saint-André y de Sant-Pere d'Albanya, en el Alt Empordà, la presencia de este particular hombre salvaje también se hace patente en sus fachadas e interiores.

El escritor Jesús Callejo recoge en su obra Los dueños de los sueños (1998) unas palabras que el folklorista y etnólogo Joan Amades dedicaba a los simiots en una de sus obras y que le llevaban a pensar en la contemporaneidad de dichas criaturas: “Els pocs pastors i bosquerols que saben donar certa raó del simiots, en parlen com si fos una cosa relativament moderna la seva extinció.” Callejo explica que Amades conocía la existencia de recuerdos sobre estos seres entre la población campesina de la Cataluña francesa en época tan reciente como… ¡finales de los años cincuenta del siglo XX!

A pesar de las evidencias físicas existentes que hacen referencia a encuentros con estos seres, reconocidos investigadores como Josep M. Armengou se decantan por una explicación más cercana a lo legendario. En su opinión, el simiot sería una versión moderna de dos mitos muy antiguos y arraigados en tierras catalanas, el conocido como home de la molsa (hombre del musgo) y el home de la escorga (hombre de la corteza), dos divinidades de los bosques y montañas. Como vemos, opiniones hay para todos los gustos…

Para terminar este rápido repaso acerca de hombres salvajes catalanes no podemos dejar de mencionar al Nonell de la neu, el hombre de las nieves del Ripollés y la Cerdaña. Algunos ancianos aún recuerdan haber oído contar historias acerca de este ser, de gran tamaño y cubierto de pelo blanco, que ha sido visto vagar por las altas cumbres y que recuerda, en mucho de sus hábitos, al basajaun vasco.

Relativamente cercano en el tiempo, y decididamente emparentado con los simiots a los que hemos hecho referencia, tenemos conocimiento de varios seres simiescos que fueron expuestos en diversas localidades europeas durante la segunda mitad del siglo XVIII. En 1760, uno de estos animales fue capturado en la comarca del Vallespir y exhibido en diversos mercados de Cataluña. Fue conocido como el sátiro de Barcelona.

Existen dos referencias sobre este inusual hecho: una en la revista rusa Moskowskia Vedmosti, de 11 de julio de 1760, y la otra en el Periódico enciclopédico y universal, en cuyo número del 1 de agosto de 1760 se puede leer: "Aseguramos que llegó hace poco a Barcelona un extranjero que muestra una especie de sátiro cuya tez es entre parda y marrón. Tiene la cabeza, la frente y los ojos negros. Sus cejas son como las de un hombre y tiene las orejas como un tigre. (…) Las mejillas son de color escarlata. Le vemos un bigote blanco como el de un gato y una boca de león, donde no se ve en absoluto dientes, sino una especie de piedra de afilar con una barba de chivo. Sus brazos son semejantes a los de un hombre, pero cubiertos de pelos hasta las manos. (…) El resto del cuerpo también está cubierto de pelos de diferentes colores. (…). Su talla es de 1,60 metros. Vive de pan y de leche." Aparentemente, por la descripción que nos llega de la pobre criatura, podríamos encontrarnos ante un espécimen ya anciano de hombre salvaje.

En fecha más reciente, los encuentros con extraños homínidos se han producido también con relativa frecuencia. Así, el 26 de febrero de 1968, se produjo un curioso caso en el municipio catalán de Vilobí d´Onyar, en la comarca de La Selva.  El escritor y periodista norteamericano John A. Keel (famoso por sus investigaciones sobre el Mothman) lo recoge en su obra El enigma de las extrañas criaturas. Keel narra la visión que tuvieron unos asustados niños al observar una especie de ser simiesco y de gran tamaño en las inmediaciones de esta localidad, criatura que también fue vista por varios adultos en fechas posteriores.

Según recogía el diario Arriba en su edición del día siguiente, 27 de febrero, "el animal estaba bebiendo en un estanque cerca de la casa de los testigos. Huyó, dejando en el suelo arcilloso cierto número de grandes huellas de pisadas de cuarenta centímetros de largo y parecidas a las de un plantígrado. Estas pisadas concuerdan con la descripción hecha por el motorista Roberto Juver quien dijo que había visto -unos días atrás, cerca de Hostalrich- un animal con un cuerpo grande, peludo y con brazos largos, que cruzaba la carretera delante de él, andando con aire cansado."

El periódico afirmaba que ni en los zoológicos ni en los circos cercanos habían echado en falta ningún animal que pudiera haber dado lugar a confusión. En la región cundió cierto pánico y se llevaron a cabo masivas búsquedas con los habituales resultados negativos, como era de esperar.

En los años noventa se difundió el caso de un grupo de espeleólogos que se encontraron con un ser de aspecto simiesco en las ruinas de la iglesia gerundense de Coll de Vallgrassa. La revista Año Cero, en su número de febrero de 1994, recogía el hecho, sucedido en junio del año anterior. El extraño ser, muy peludo y de metro y medio de estatura, fue visto cuando salía corriendo del interior del templo, dando grandes saltos, hasta que se escondió en la frondosidad del bosque. Según los testigos, el hombre profería extraños rugidos similares a los de un gato enfurecido.

Poco tiempo después, una familia que realizaba un tranquilo viaje en automóvil se encontró de frente con algo insólito. Cerca de la localidad francesa de Prats de Molló (situada a escasos seis kilómetros de la frontera española) pudieron ver cómo una figura similar a un mono cruzaba la carretera con toda tranquilidad, como si la presencia de los testigos no fuera con él. Años después, en abril de 1999, la prensa local bautizó como el yeti de Las Gavarres a un ser humanoide que apareció en repetidas ocasiones en este área de la provincia de Gerona. Según informa el investigador Miguel G. Aracil en su imprescindible obra Cataluña, crónica del misterio, la criatura en cuestión causó la muerte de varias docenas de cabras y ovejas en la región. La investigación de campo llevada por Aracil, le llevó a inclinarse -a tenor de los datos recogidos- más por la hipótesis de la presencia de un supuesto chupacabras en la zona que por la del desconocido homínido.

¿Conviven pequeños núcleos neandertales con el hombre moderno? A la búsqueda de otra humanidad

Sabemos que la pregunta es rematadamente anticientífica (por utilizar un adjetivo suave) y que más de uno se estará llevando las manos a la cabeza en este momento. Lo cierto es que la llamada hipótesis neandertal, aunque no la compartamos en su totalidad, goza de buena salud entre los seguidores del fenómeno.

Al referirnos al posible origen de Basajaun ya mencionamos que, hasta hace aproximadamente 30.000 años, España y buena parte de Europa, Asia y norte de África estuvieron habitadas por el Homo neandertalensis. La presión de otras especies le relegó en el proceso evolutivo haciéndole desaparecer, aunque tal vez no lo hicieron del todo. Sólo tal vez, lograron adaptarse a hábitats más aislados y menos apetecibles por sus competidores. No olvidemos que las condiciones orográficas de algunas zonas de nuestro país (áreas montañosas, fundamentalmente) han posibilitado la pervivencia de especies animales desaparecidas en el resto de Europa desde hace milenios.
La existencia de un pequeño reducto neandertal (o de gigantopithecus, otra de las explicaciones más racionales que podría estar tras algunos tipos de yeti de gran tamaño) sería, sin duda, la noticia más excitante de todas las posibles, el encuentro con una humanidad diferente a la que hoy reina en nuestro planeta.

Precisamente, la premisa de la supervivencia de un gran homínido en época actual es utilizada como punto de partida por los autores de Homo Orcus, une seconde humanité, un falso documental filmado por los cineastas franceses Eric Audinet y Patrick Glotin, en 2011.
El film parte de una idea realmente inusual: el supuesto encuentro con una humanidad distinta a la nuestra y las consecuencias de todo tipo que acarrearía este hecho. Resulta revelador que sus creadores hayan tomado como núcleo de su trabajo las historias y relatos que circulan desde hace siglos acerca de la existencia de supuestos homínidos que habitarían los Pirineos (tanto en su vertiente francesa como española) y otras zonas boscosas de Europa.
Repetimos, todo en el documental es falso.... pero muy interesante. Una suerte de ciencia ficción que, además, nos hace reflexionar sobre el modo en que deberíamos tratar a los posibles nuevos animales que la ciencia descubra en el futuro. Sobre todo si poseen trazas de una humanidad como la nuestra…




ALGUNOS DATOS ACERCA DEL AUTOR:
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, lleva 25 años dedicado a investigar todo lo relacionado con el fenómeno de los animales extraños.
Escritor, conferenciante y divulgador de la criptozoología, ha publicado en la gran mayoría de las revistas digitales españolas y extranjeras. En 2010 crea Criptozoología en España, el blog sobre los animales ocultos en nuestro país, con la idea de llenar el hueco informativo que existía sobre este asunto.
Colabora habitualmente en radio y TV y forma parte del equipo de los programas radiofónicos Otros Mundos y En la Búsqueda, donde conduce secciones dedicadas al lado más desconocido del mundo animal.


• Publicado con permiso del autor